LA CRISIS DE SUEZ Y EL FIN DEL IMPERIO BRITÁNICO

Hoy nos situamos ante uno de los acontecimientos que determinaron el fin de una Era. Tan es así que la historiografía contemporánea se divide de manera diferente en USA , en Gran Bretaña o en el resto de Europa en función de la las guerras mundiales, del proceso descolonizador y sus consecuencias.   Pero en todas ellas, el acontecimiento que veremos hoy marca un antes y un después, un hito que modificó el curso de la situación geopolítica del mundo, hablo de la Crisis de Suez en 1956.

Antes de adentrarnos en la crisis debemos analizar sucintamente los antecedentes. La situación del Mundo antes de 1956.

El Imperio británico se había formado en las siguientes fases a decir de la historiografía dominante: 1) Durante los siglos XVII y XVIII cuando estableció las bases del Imperio centrado en América del Norte, la India y la práctica de un comercio, esencialmente triangular que necesitó de otra serie de puestos comerciales, no colonias de asentamiento o de población, que facilitaran esa actividad mercantil. 2) Tras la pérdida de las colonias norteamericanas, la actividad se centra en Asia y áfrica, lo que favorece la diversidad económico-comercial. 3) Entre 1870 y 1914 discurre la época del gran imperialismo británico, pero al tiempo se conceden constituciones a las colonias de poblamiento: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica. 4) Entre 1919 y 1939 se da el paso definitivo y jurídico para pasar del Imperio a la Comunidad Británica (Commonwealth), al promulgarse en 1931 el Estatuto de Westminster. 5) Gran Bretaña dispone de un modelo de descolonización que irá aplicando de manera sucesiva a sus colonias en Asia y África que se van transformando en Estados Independientes dentro de la Comunidad Británica. Este proceso se interrumpe por la II Guerra Mundial (IIGM), pero se precipita rápidamente tras el fin del conflicto.

Parte del Imperio Británico se había visto acrecentado de manera indirecta cuando la Sociedad de Naciones, al término de la Primera Guerra Mundial, se ocupó de regular la situación de los territorios dependientes de las potencias derrotadas (Alemania y Turquía). Tras la IIGM fue la ONU quien asumió esa herencia. La fórmula aplicada fue la de “mandatos o fideicomisos” Internacionales. Se supone que bajo tales fórmulas se deberían administrar, proteger y preparar a las antiguas colonias para su independencia.  En el caso que nos ocupa, los antiguos territorios del Imperio Otomano se dividen en diversos mandatos. Los mandatos orientales (territorios árabes) tras el Tratado de San Remo y el Convenio de París, ambos de 1920, quedan bajo la tutela de Gran Bretaña y Francia.

El contexto internacional en el que se desarrolla el nacimiento de los países afroasiáticos como estados independientes es el de la guerra fría, con dos bloques enfrentados. Con una vinculación natural de los nuevos países hacia el mundo occidental del que dependían hasta ese momento y un mundo comunista que se pone a su lado con la intención de posicionarlos haca su lado del poder. Con USA que no fue nunca potencia colonizadora ni descolonizadora, apoyando también la independencia para demostrar quien había ganado la IIGM y para inclinar a esos países hacia su órbita en aplicación de la doctrina Truman.

A partir de 1945, con la constitución de la Liga de los Estados Árabes y con la independencia de Irak, se inicia una sucesión de movimientos en el mismo sentido: en 1946 se independizan Siria y Líbano; en 1948, Israel, y en 1949 nace el Reino de Jordania.

En África por su parte, en las zonas de civilización islámico-árabe bajo mandato británico se asientan: Egipto, Sudán y Líbia.

De entre ellos el que marca el primer hecho revolucionario hacia la independencia es Egipto, si bien, el País del Nilo había experimentado una evolución desde protectorado británico de 1882 a 1922, dotándolo en esta última fecha de cierta autonomía  bajo la autoridad de la monarquía pro británica. Durante la IIGM, Egipto quedó bajo el control militar británico. En la postguerra, tras crearse el Estado de Israel y producirse la primera guerra árabe-israelí (1948), Egipto, perdedor en el conflicto, manifiesta una serie de movimientos internos de descontentos con la monarquía probritánica. Expresión de los disconformes es el grupo de los “hermanos musulmanes y el de los “Oficiales libres”, dirigido por el comandante Nasser. Tal fue la presión sobre la monarquía que ésta se vio en la obligación de denunciar algunos acuerdos con los británicos. No contentos con eso, las fuerzas revolucionarias, en 1952, derrocaron mediante un golpe militar el rey Faruk de Egipto, emergiendo como hombre fuerte el ya coronel Gamal Abdel Nasser que fundó un estado autoritario basado una ideología pseudo socialista y panárabe que le sirvió para liderar los sentimientos antioccidentales del mundo árabe. Sin ser afín al bloque soviético, no dudó en utilizar esta baza para sacar rédito, lo que levantó desde el principio suspicacias en EE.UU. La negativa americana a apoyar con recursos económicos y armamento a Egipto le empujó a una deriva anticolonialista reflejada pocos años después en la conferencia de Bandung (Indonesia, 1955). Bangung dio lugar a una política de exaltación de los nacionalismos y un movimiento internacional de solidaridad entre las antiguas colonias que fueron expresión de una serie de conferencias internacionales de análogo carácter en lo que se conoció como el “Espíritu de Bandung”, que cambió el rumbo de la historia en Oriente Medio,  y cuya consecuencia fue el nacimiento del movimiento de los no alineados, siendo Nasser uno de los promotores del mismo.

El Canal de Suez era vital para la economía mundial dada su ubicación en las grandes rutas de transporte, siendo una pieza importante en el juego geopolítico de la Guerra Fría. La administración Eisenhower había mantenido un delicado equilibrio entre el apoyo a sus socios europeos con intereses en la zona (Reino Unido y Francia), la defensa del Estado de Israel y su política de contención del comunismo en el Mediterráneo, al tiempo que intentaba no ofender a las nuevas naciones árabes surgidas tras la IIGM. En ese contexto, occidente se niega a financiar la construcción de la presa de Assuán, obra emblemática del proyecto desarrollista de Nasser. Ante tal situación, el dirigente egipcio procedió a la nacionalización, a finales de julio de 1956, de la empresa titular de los derechos de explotación del canal de Suez. La Compañía era una empresa británica-francesa conjunta, que había sido propietaria y operadora del Canal de Suez desde su construcción en 1869.

No sólo era una cuestión económica, Suez supondría una fuente ingente de fondos para la maltrecha economía egipcia, sino una forma de reafirmación nacional frente al colonialismo.

La primera reacción de los occidentales fue convocar a una conferencia internacional en Londres, entre el 16 y 23 de agosto de 1956, para intentar coordinar una respuesta contra los díscolos egipcios. A ella fue invitada España, fue la primera conferencia multilateral a la que fue invitada España desde la II República. Los egipcios reclamaron el apoyo español y lo obtuvieron (España siempre con la mente en Gibraltar y el colonialismo británico de nuestro peñón). España se desmarcó de las potencias occidentales y no se adhirió a la declaración final que consideraba un atentado contra la independencia de Egipto. España reclamaba que Las Naciones Unidas se hicieran cargo de la situación. Aquella postura española y la amistad que se fraguó entre Franco y Nasser, llevó al egipcio a regalar a España el Templo de Debod, que hoy podemos contemplar en Madrid.

Sin embargo, la conferencia no doblegó a los egipcios y así, a espaldas de EE.UU., que le había manifestado a Nasser que no permitirían una aventura militar “colonial”, Gran Bretaña respondió ordenando la “Operación Mosquetero”, una operación coordinada con Francia e Israel para recuperar la Zona del Canal. Las acciones se iniciaron el 29 de octubre de 1956 cuando los israelíes atacaron las posiciones egipcias, con Londres y París presionando a Nasser para que se retirara del Canal. A lo que el egipcio se negó. En noviembre de 1956, después de vencer a la Fuerza Aérea Egipcia, las fuerzas británicas y francesas ocuparon Port Said y otros puntos estratégicos en el extremo norte del canal. En una campaña, que vio uno de los últimos lanzamientos operativos en paracaídas de las fuerzas aerotransportadas británicas y el primer uso de helicópteros para transportar tropas de asalto, se estableció una fuerte presencia militar anglo-francesa. Mientras tanto, las fuerzas israelíes ocuparon el Sinaí, una región desértica escasamente poblada en Egipto, deteniendo su avance a solo 10 millas del lado este del canal. Sin embargo, en todo el mundo los desembarcos fueron vistos como un acto de agresión por parte de las antiguas potencias coloniales.

El 4 de noviembre, las Naciones Unidas amenazaron a Gran Bretaña con sanciones si había bajas civiles por los bombardeos aéreos británicos de objetivos en Egipto. Esto condujo al pánico económico en la primera semana de noviembre de 1956 y resultó en la pérdida de decenas de millones de libras de las reservas del país. Gran Bretaña se enfrentó a tener que devaluar su moneda. Muy molesto porque las operaciones militares habían comenzado sin su conocimiento, el presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, presionó al Fondo Monetario Internacional para que negara a Gran Bretaña cualquier asistencia financiera. Con pocas opciones, el primer ministro británico Anthony Eden aceptó a regañadientes un alto el fuego propuesto por la ONU. En virtud de la Resolución 1001 del 7 de noviembre de 1956, las Naciones Unidas desplegaron una fuerza de emergencia (UNEF) de personal de mantenimiento de la paz en Egipto para detener el conflicto. En poquísimos días Gran Bretaña, y Eden personalmente, habían quedado humillados.

Las Naciones Unidas concedieron a Egipto la propiedad y la soberanía del Canal de Suez y en abril de 1957 se volvió a abrir a la navegación.

El resultado del conflicto destacó el estado en declive de Gran Bretaña y confirmó su situación como una potencia mundial de «segundo nivel». Internamente, causó una enorme repercusión política y una crisis económica en Gran Bretaña. Internacionalmente, complicó aún más la política de Oriente Medio, amenazando las relaciones diplomáticas de Gran Bretaña con las naciones de la Commonwealth; sólo Australia apoyó a la antigua metrópoli y Pakistán amenazó con abandonar la Comunidad.

Así mismo, afectó a la buena sintonía tradicional entre USA y Reino Unido. Eisenhower consideró a Suez como una distracción innecesaria de la brutal represión que los soviéticos estaban llevando a cabo, el mismo año, de la revolución en Hungría. El líder soviético Kruschov se dirigió al “imperialismo británico”, amenazando con atacar Londres con cohetes, además de enviar tropas a Egipto, lo que podría haber arrastrado a la OTAN al conflicto.

Mientras tanto, los israelíes cambiaban de bando. Se ponían al lado de los norteamericanos.

El egipcio Nasser se convertía en el héroe del mundo árabe y figura esencial para esos movimientos que hemos señalado de los no alineados y del panarabismo

Como había temido Eisenhower, la crisis de Suez aumentó la influencia soviética sobre Egipto. Colocó a la Unión Soviética como el amigo natural de las naciones árabes. Envalentonó a los nacionalistas árabes e incitó al presidente egipcio Nasser a ayudar a los grupos rebeldes que buscaban la independencia en los territorios británicos de Oriente Medio.

Aquel acontecimiento, en definitiva, marcó el fin del Imperio Británico, la incipiente entrada de España en el concierto internacional, marcó otros movimientos descolonizadores y la expansión de la guerra fría, y la posición de EE.UU como gran potencia e Imperio occidental. Es decir, cambió el mundo.

BIBLIOGRAFIA

Grimal, Henry. – “Historia de las descolonizaciones del Siglo XX”. Ed IEPALA. 1989

MARTÍNEZ CARRERAS, José Urbano. – “África Joven”. Ed Planeta. 1975.

MIEGE. J.L.- “Expansión Europea y descolonización de 1870 a nuestros días”. Ed Labor. 1975

OLIVER, R. y ATMORE, A.- “África desde 1800”. Ed Aguirre. 1977.

Los  sitios de Gerona y Álvarez de Castro.

Debemos situarnos en 1808, Madrid se había levantado contra los franceses el 2 de mayo. El 9 de mayo comienza la insurrección en Asturias formando una Junta cómo órgano de gobierno ante la ausencia del Rey. Entre el 24 de mayo y el 2 de junio, estos movimientos de sublevación y gobierno por medio de juntas se replican en toda España. Las juntas son la expresión popular de una Nación, la unidad entre las antiguas y las nuevas instituciones. Algo que pilla por sorpresa a Napoleón. La Patria se levanta en armas y derrota a los franceses en el Bruc y en Bailén, la guerrilla los hostiga en todo el territorio y en su guerra de asedios fracasan en Zaragoza y Valencia. En tal tesitura, los franceses temen perder la comunicación con Francia. En este aspecto era esencial Cataluña, donde la situación era muy complicada. Un fuerte contingente francés se había asentado en Barcelona y creía controlar la región. Pero no contaban con que en Gerona los buenos españoles también se levantarían contra el invasor. En Gerona, en junio de 1808, se constituye una junta, animada sobre todo por el pueblo llano y los clérigos; se convierte en el verdadero poder y declara la guerra a los franceses.

Gerona era una ciudad pequeña, con una población en recesión (morían más personas que nacían anualmente) y castigada por la crisis del trigo. Militarmente era muy débil: con un marino como gobernador, Julián de Bolívar, tenía una guarnición de tan sólo 300 soldados del Regimiento de Ultonia, al mando de dos oficiales de ascendencia irlandesa: O’Daly y O’Donovan. Ante el estado de guerra, la Junta organizó dos tercios de miqueletes, milicias populares para ayudar en su defensa. También acudieron marineros de Sant Feliu de Guixols para atender unas pocas piezas de artillería, en unas murallas arrumbadas por el tiempo y reducidas a su mínima expresión.

Las tropas francesas entraron por primera vez en Gerona el 10 de febrero de 1808. La conclusión de los ingenieros franceses, después de reconocer la plaza, fue que Gerona no merecía la pena ser conquistada. Consideraron que sólo merecía el nombre de defensa y no muy buena el castillo de Montjuïc (no confundir con su homónimo barcelonés), con lo cual decidieron no dejar guarnición en Gerona. Avanzaron hacia Barcelona, plaza que consideraron más interesante.

Hacia el 5 de junio de 1808, los Gerundenses empezaron a armarse para hacer frente y sublevarse contra el francés. Se arreglaron los caminos que conducían a los fuertes; se montó la artillería; se repararon los muros, las torres y las fortalezas; se instaló una fábrica de chuzos; se habilitaron todos los fusiles y armas inútiles del parque de artillería; se organizó un laboratorio de cartuchos en el baluarte de Santa Clara; se abastecieron con víveres para un mes los fuertes y el castillo. En resumen, Gerona estaba preparada para defenderse de las tropas francesas. Las fuerzas de la ciudad ascendían a 1.500 hombres, porque incluso se armó a los sacerdotes.

Uno de los grandes problemas con los que se encontró la Junta fue la escasez de fondos económicos. El 10 de junio pidieron donativos a los gerundenses. La gente y las instituciones se volcaron y la Junta vio como sus arcas se llenaban de dinero, con lo cual se podía sufragar mejor el levantamiento. El general francés Duhesme, enterado de la sublevación, sale de Barcelona, el 16 de junio, con la intención de sofocarla. Se presenta en Gerona con la Divino Lechi, 7 batallones, 5 escuadrones y 8 cañones …en total 5.000 hombres. La madrugada del 20 de junio divisó la ciudad. Se inicia el primer sitio de Gerona ( el primero de tres). Después de tres asaltos desde distintas posiciones, la ciudad resiste. El francés resuelve volver a Barcelona para reunir más tropas. Será un calvario para él: por el camino, partidas de somatenes y soldados le infligen graves bajas. Los gerundenses atribuyen su victoria a la protección de San Narciso, que es nombrado jefe militar de la ciudad.   

De nuevo, Duhesme partió de Barcelona, el 17 de julio de 1808, con la intención de realizar el segundo sitio de Gerona. Iba con 6.000 hombres. Decidió dividir sus tropas en dos líneas, una que avanzaba por el interior y otra por la costa.  Ambas tuvieron serios problemas para avanzar, bien hostigados por los españoles, bien por los barcos españoles y británicos (la de la costa). Con un progresar lento, el 20 de julio se reunieron las tropas de Duhesme, las de Golás ( dirigía el regimiento de la costa) y el del interior bajo el mando de Reille, procedente de Figueras.

Mientras, los españoles en Gerona se reforzaron con 2 batallones de Borbón; otro batallón de voluntarios de Barcelona, al mando de Narciso de la Valente, y un destacamento de artillería al mando del teniente coronel Pedro de la Llave. En total 2.000 hombres.

Los sitiadores intimidaron a la población con la amenaza de incendiar la ciudad y pasar la guarnición a cuchillo. La defensa en vez de amilanarse contestó con fuego de artillería sin cuartel dirigido por el capitán del regimiento de Ultónia, Edmundo O’Ronan.

Los días 13, 14 y 15 de agosto transcurrieron sin que los sitiadores avanzaran. Entretanto el ejército de Cataluña se había organizado bajo el mando del marqués del Palacio. Estas fuerzas, desprovistas de caballería, y con solo cinco piezas de artillería, se pusieron de acuerdo con los sitiados para atacar por la retaguardia al ejército francés. Los franceses se vieron en situación muy comprometida, casi y en cierto modo sitiados lo que iban a sitiar. Por eso Reille se retiró a Figueras y Duhesme a Barcelona, abandonando toda la artillería gruesa y material de guerra.

Habrá un tercer sitio, el peor. Pero antes de adentrarnos en él debemos referirnos a la figura que contribuyó heroicamente a la tercera defensa de Gerona. Hablo de Mariano Álvarez de Castro.

Este granadino, educado en Soria por sus tíos tras quedar huérfano, ingresó a los dieciocho años, en 1768, como cadete en el Regimiento de Guardias Españolas de la Casa Real y de allí pasa a cursar estudios en la Academia Militar de Matemáticas de Barcelona destacando en esta materia. Militarmente participó en el sitio de Gibraltar, en la Guerra de las Naranjas en Portugal y contra Francia en la Guerra de la Convención, siempre ascendiendo en su graduación militar y destacando para “el mando y la guerra” como afirmaron sus superiores al reunir las virtudes de valor acreditado: “aplicación mucha; capacidad destacada; conducta buena, y trato caballeroso”.

Tras diversos destinos y ascensos, en 1808, se encontraba destinado en Barcelona.

El 31 de octubre de 1808, se hizo cargo del mando del Ejército de Cataluña el general Vives. Reestructuró a sus tropas de manera que los dividió en cuatro divisiones, una reserva y la División de Vanguardia, desplegada en el Ampurdán, que puso a las órdenes de Álvarez de Castro, mando que llevaba anexo, con carácter interino, el Gobierno Militar de Gerona.

Los generales que se sucedieron en el mando de ese ejército en Cataluña: Vives, Reding y Blake, mantuvieron la misma organización. La División de Vanguardia se desplegaba en el Ampurdán, hostilizando la entrada de refuerzos franceses por la frontera.

Cuando el 5 de noviembre entró Saint Cyr en Cataluña se dirigió a Rosas a la que sitió y rindió el 6 de diciembre. Perdida Rosas, no había misión más importante que la defensa de Gerona. La ciudad estaba rodeada de una muralla antigua que no permitía la ejecución de una defensa eficaz, sus once fuertes o baluartes exteriores estaban destrozados y sólo Montjuic reunía condiciones reales de defensa.

Álvarez de Castro como gobernador interino de Gerona, se dedicó a mejorar sus condiciones de defensa, auxiliado por los coroneles de ingenieros de la Mata y Minelli. La guarnición era escasa, compuesta por algo más de cinco mil quinientos hombres, a los que se unieron ocho Compañías de la Cruzada, formadas por civiles armados y viendo el interés mostrado en la defensa por las mujeres .

Álvarez de Castro decide encuadrarlas también militarmente y otorgarles los mismos derechos que a los soldados. Así nace a finales de junio la Compañía de Santa Bárbara, que usaba como distintivo un lazo rojo en el brazo. Esta es la orden del general:

 “Habiendo entendido el espíritu, valor y patriotismo de las Señoras Mujeres Gerundenses, que en todas las épocas han acreditado, y muy particularmente en los sitios que ha sufrido esta Ciudad, y en el riguroso que actualmente le ha puesto el enemigo; deseando hacer público su heroísmo y que con más acierto y bien general puedan dedicar y emplear su bizarro valor en todo aquello que pueda ser de beneficio común á la Patria, y muy particularmente de los nobles guerreros defensores de ella, y que a su tiempo tenga noticia circunstanciada S. M. del inaudito valor, y entusiasmo de las Señores Mujeres Gerundenses, (…) Ha venido S. E. en disponer y mandar que se forme una compañía de doscientas Mujeres sin distinción de clases, jóvenes, robustas, y de espíritu varonil para que sean empleadas en socorro, y asistencia de los soldados, y gente armada (…) La Compañía de Señoras Mujeres Gerundenses tendrá la denominación de Compañía de Santa Bárbara”.

La Compañía de Santa Bárbara, dividida en cuatro escuadras, se dedicaría a llevar cartuchos y víveres a los defensores y a recoger y auxiliar a los heridos. Toda la población se unió y su entusiasmo en la defensa, casi tan grande como el del gobernador, logró acumular víveres para sostener a siete mil personas durante tres meses, así como abundante munición y pólvora.

El 2 de marzo de 1809, Reding, general jefe del ejército en Cataluña, propuso a la Junta Central el ascenso de Álvarez de Castro a mariscal de campo y el mando de la División de Vanguardia y el ejercicio propio no interino del Gobierno Militar de Gerona. Así fue aprobado el 12 de abril de 1809.

El cerco de los franceses se inició el 30 de mayo. Verdier, al frente de los sitiadores, solicitó la rendición de la plaza, pero Álvarez de Castro, contestó con un bando que decía: “con la pena de vida, ejecutada inmediatamente a cualquier persona de la clase, grado o condición que fuese que tuviera la vileza de proferir la palabra rendición o capitulación”.

Los franceses comenzaron sus ataques el 14 de junio contra las defensas exteriores. El asedio fue brutal. La artillería francesa cañoneó sin cesar los muros de Gerona, sus casas, sus calles. No se trataba de amedrentar a la población, sino que es una estrategia deliberada de aniquilación de la ciudad, hasta su última piedra. Los gerundenses, sin embargo, no se rindieron. Al revés, redoblaron, dentro de sus posibilidades, sus esfuerzos de defensa. El 19, imposibilitados para continuar sus defensas, las guarniciones de las Torres de San Narciso y San Luis, después de perder setenta hombres cada una, se replegaron a Gerona. A su llegada, Álvarez de Castro degradó a sus capitanes obligándoles a servir como soldados.

Saint Cyr volvió a pedir la rendición y Álvarez de Castro, volvió a negarse. Ante lo cual, los franceses siguieron con su ataque a Montjuic, cuya fortaleza resistió los fuegos y los asaltos desde el 3 de julio hasta el 11 de agosto. A partir de entonces, con la pérdida de Montjuic, la situación de Gerona, sus habitantes y defensores empezó a ser calamitosa.

A finales de agosto, el general Blake, que se había hecho cargo del mando del ejército de Cataluña, decidió acudir en auxilio de Gerona. Blake se hizo acompañar de dos divisiones y una columna independiente de mil quinientos hombres que mandaba O’Donnell. La aproximación desde el Sur se organizó desde distintas direcciones, lo que desorientó a los franceses, pero fue por poco tiempo. Enseguida el enemigo se reorganizó y el 19 de septiembre, los franceses llevaron a cabo el asalto a la ciudad, pero fueron rechazados con elevadas pérdidas. Al mismo tiempo, Blake intentó de nuevo el socorro de los sitiados, pero en Castellar fue derrotado por los franceses. Las unidades españolas se dispersaron y la mayoría de las acémilas cayeron en poder de los galos, por lo que apenas ciento setenta de ellas lograron entrar en la ciudad.

En octubre, la situación de la plaza era desesperada, la escasez de víveres era total y los franceses se habían propuesto la rendición por hambre de los cercados. Por si fuera poco, de vez en cuando la artillería machacaba lo que ya eran prácticamente ruinas en su totalidad. La Junta de Cataluña urgía a Blake para que acudiera en su socorro, pero éste se veía impotente para realizarlo, ante la desesperación de Álvarez de Castro que logró mandarle una petición de auxilio, con resolución habitual, en la que ponía en duda la capacidad de Blake. El 10 de noviembre llega una carta del mando español: no va a ser posible prestar auxilio a la plaza.

Para entonces, habían muerto en Gerona  1.378 soldados, los hospitales se encontraban sin medicinas, los víveres se habían terminado y la mayoría de las casas estaban en ruinas. El propio Álvarez de Castro enfermó. Los ánimos flaqueaban y sólo el gobernador se mantenía firme.

Cuanto mayor era el peligro, más firme parecía el general y así en un nuevo bando decía: “Sepan las tropas que guarnecen los primeros puestos que las que ocupan los segundos tienen orden de hacer fuego, en caso de ataque, contra cualquiera que sobre ellos venga, sea español o francés, pues todo el que huye hace con su ejemplo más daño que el mismo enemigo”.

Augerau relevó a Saint Cyr al frente de las tropas francesas. El 2 y el 7 de diciembre, emprendió nuevos ataques y conquistó los fuertes del perímetro de la ciudad. El 8 del mismo mes, los asaltantes disponían de siete brechas abiertas, mientras los defensores españoles apenas llegaban a mil cien en condiciones de lucha. Álvarez de Castro, enfermo y delirante, aún manifestaba sus deseos de continuar la defensa, pero el 9 de diciembre entregó el mando a Julián Bolivar, y al día siguiente, el 10 de diciembre, Gerona capituló después de nueve meses de feroz asedio y defensa heroica. Aún al límite de sus fuerzas, en la capitulación imponen los gerundenses sus condiciones. Los sitiados no son bandoleros ni rebeldes. Son un ejército, incluida la población civil movilizada. Como militares, exigen al ejército vencedor un trato conforme a los usos tradicionales de la guerra. Los franceses serán respetuosos, pero sólo a medias.

El 11 de diciembre la guarnición como prisioneros de guerra fue conducida hasta Francia, pero Álvarez de Castro continuó, enfermo, en Gerona en su domicilio. Posteriormente, fue enviado a Francia dónde se le trató peor que a un preso vulgar, alojándolo en una prisión infecta y no como a un prisionero de guerra. El 18 de enero fue llevado a Figueras donde le encerraron en las caballerizas del castillo de San Fernando. El 22 o el 23 de enero de 1810, falleció. Algunos dicen que envenenado, aunque bien pudo ser por muerte natural; por la enfermedad que venía arrastrando desde que cogió las fiebres en el sitio y las que empeoraron por el mal trato recibido.

El 7 de enero de 1812, las Cortes establecieron por decreto que su nombre se inscribiera en letras de oro en su salón de sesiones, así como que en Gerona se levantara un monumento en su memoria (decreto renovado el 1 de julio de 1820 durante el trienio constitucional del reinado de Fernando VII, pero que nunca fue cumplido).

El 5 de junio de 1814, se identificó su cadáver en Figueras y fue enterrado provisionalmente en la capilla del castillo de San Fernando. El 20 de octubre de 1816, se trasladaron sus restos a Gerona, pasando por Barcelona, donde se le rindieron honores de capitán general y el 28 de octubre recibieron sepultura en la capilla de San Narciso de la colegiata de San Félix de Gerona.

El 16 de diciembre de ese mismo año, el general Castaños, capitán general del Ejército ordenó colocar una lápida en el calabozo donde había muerto, pero cuando el mariscal Moncey entró en Cataluña con los Cien Mil Hijos de San Luis mandó destruir la lápida.

Por fin, el 2 de mayo de 1880, sus restos se trasladaron, dentro de la misma capilla de San Narciso donde se encontraban, a un nuevo y solemne mausoleo de mármol donde reposan desde entonces.

Terminada la guerra, a sus hermanas Francisca de Paula y Rafaela se les concedió el sueldo de teniente general “de cuartel” con carácter vitalicio y, con el tiempo, su sobrino, Francisco de Paula Castro y Orozco, que fue presidente del Congreso de los Diputados, recibió, a título póstumo, el título de marqués de Gerona en memoria de su ilustre tío en 1847.

Benito Pérez Galdós dedicó una de sus novelas dentro de los “Episodios Nacionales” al tercer sitio de Gerona.

BIBLIOGRAFIA

AGUADO BLEYE, Pedro. – “Manual de Historia de España”. Ed. Espasa-Calpe. 1963.

PALACIO ATARD, Vicente. – “La España del siglo XIX”. Ed Espasa-Calpe. 1981.

PÉREZ GALDÓS, Benito. – Séptima novela de la primera parte de sus episodios nacionales. “Gerona”. Ed Aguilar. 1963

SEGURA GARCÍA, Germán. –“Álvarez de Castro Y el Sitio de Gerona”. colección cuadernos del castillo de San Fernando. Ed Ministerio de Defensa. 2011.

LA INSURRECCIÓN DE BARCELONA  Y SU BOMBARDEO EN 1842

En 1840 la guerra carlista había sido liquidada. La crisis bélica de los años 30 quedaba concluida y el régimen liberal parecía afianzado. Dos características se unieron en aquel momento de la Historia de España, de un lado, unas clases medias que podían participar más activamente en la vida pública, no sólo en su contribución económica por el pago de impuestos, sino mediante la aplicación del sufragio censitario y, de otro, a partir de la situación bélica vivida, se había socializado acudir al ejército para solventar los problemas. La popularización del militarismo permitió utilizar la vía militar para imponer la voluntad de las diferentes facciones políticas en sus intentos de alcanzar el poder. Así, por esa popularidad, llegó el General Espartero a ser el regente de Isabel II el 10 de mayo de 1841 (el progresismo había relegado al exilio a la reina Mª Cristina de Borbón e Isabel II era menor de edad).

Baldomero Espartero procedente de una modesta familia artesana de un pueblo manchego (Granátula) inició su carrera militar en la Guerra de Independencia, que continuó en las campañas en América y culminó en las guerras carlistas. Su formación intelectual era más bien elemental y, desde luego, su conocimiento de las doctrinas políticas, no era mayor. Eso sí, si tomaba una decisión tenía energía suficiente para “sostenella y no enmendalla”. Sobre todo, sus acciones venían siempre precedidas de la estima o desestima que tuviera al personaje o acontecimiento al que se debía enfrentar. El sentimentalismo por principio político. Así surgieron sus enfrentamientos con Narváez, así su militancia o apoyo en el liberalismo progresista, aunque cuando se suscitó la primera crisis entre los progresistas divididos entre progresistas civiles y militares, optó por los segundos, también por razones de camaradería y amistad. Los civiles encabezados por Joaquín María López, Salustiano Olózaga y Manuel Cortina, aunque representaban a tres facciones diferentes, no lograron entenderse con él; incluso entre los militares acabó por tener problemas.

Había además arraigado un sentimiento hostil contra él en Cataluña. En la Ciudad Condal, al igual que en otras zonas de España, se había creado una Junta de Vigilancia formada por el Ayuntamiento, la Diputación y la Milicia nacional, en defensa del gobierno progresista. El 13 de noviembre de 1842, se inicia una insurrección en Barcelona. La ciudad se reveló contra la política librecambista de Espartero que amenazaba al proteccionismo exigido por los industriales catalanes para mantener el monopolio de sus productos textiles en España.

Las medidas liberales progresista de Espartero, promovían la apertura de las fronteras españolas a los productos ingleses, competidores en aquel momento por calidad y precios de los fabricados en Cataluña (el gobierno inglés de Palmerston, también subvencionaba los productos ingleses). Las negociaciones librecambistas con Inglaterra concluyeron con el anuncio de un tratado comercial. Esto ocasionó el desencanto e indignación de la burguesía catalana, a la que se unieron asociaciones de obreros que pedía la protección de la Industria regional.

El detonante del levantamiento se produjo en el Portal del Ángel por el pago de impuestos de consumo que cobraba el Ayuntamiento. El incidente comenzó cuando un grupo de obreros que regresaba de comer intentó pasar al interior de la ciudad una pequeña cantidad de vino sin pagar los «derechos de puertas». Estos acontecimientos provocaron una guerra de barricadas protagonizada por la milicia, apoyada por paisanos armados, contra el ejército al que acusaban de que los soldados habían saqueado tiendas y robado a los transeúntes. Otros vecinos apoyaban a los milicianos lanzando piedras y muebles desde las ventanas y las azoteas. La respuesta de la autoridad militar fue ocupar el Ayuntamiento y detener a varios periodistas de «El Republicano» presentes en los hechos, cuyo periódico acababa de publicar un llamamiento que decía: «Cuando el pueblo quiera conquistar sus derechos, debe empuñar las armas en masa al grito de ¡Viva la República”!

Por si fuera poco, la burguesía reunió a la Junta de Vigilancia tornada en Junta Popular y que, actuando de manera autónoma, lanzó la siguiente proclama:

CIUDADANOS:
Valientes nacionales: catalanes todos: la hora es llegada de combatir á los tiranos que bajo el férreo yugo militar intentan esclavizarnos.Con toda la emocion del placer he visto prestar esponiendo vuestras vidas los mayores sacrificios, en favor de nuestra nacional independencia: sí, os he visto llenos del mayor entusiasmo, briosos, lanzaros al fuego de los que alucinados por gefes tan déspotas como tiranos, quisieron hollar vuestros mas sagrados derechos. Nó, no les dictaba su corazon el hostilizaros; una mano de hierro les impuso tan infernal y abominable crimen. Puesto que habeis mostrado que quereis ser libres, lo seréis a pesar de un gobierno imbecil que aniquila vuestra industria, menoscaba vuestro intereses y trata por fin de sumiros en la mas precaria y lastimera situacion, en la mas degradante miseria.Una sola sea vuestra divisa, hacer respetar el buen nombre catalan; union y fraternidad sea vuestro lema, y no os guien, hermanos mios las seductoras palabras de la refinada ambicion de unos , y la perfidia y maledicencia de otros.Guiado de las mas sanas intenciones he creido oportuno dirigirme en estos momentos á los batallones, Escuadron, Zapadores y Artillería de Milicia Nacional, para que sirviéndose nombrar un representante por eleccion en cada uno de ellos, se constiuyan en junta, dicten las mas enérgicas medidas y os proporcionen cuantos bienes su penetracion les sugiera en estas criticas circunstancias.Al momento, no hay duda, sentireis las mejoras. Vosotros los que abandonando una triste subsistencia que os produce quizás un miserable jornal,habeis preferido quedaros sin pan antes que sucumbir á infernales maquinaciones, sois dignos de todo elogio, habeis despreciado la muerte con bizarría, justo es quedeis indemnizados de vuestras fatigas y penalidades. No dudeis levantará su enérgica voz en vuestro apoyo vuestro hermano y compañero de armas.

Barcelona 15 de noviembre de 1842

Juan Manuel Carsy

Juan Manuel Carsey fue un valenciano, militar y redactor de El Republicano, que presidió la junta revolucionaria formada en Barcelona en noviembre de 1842 contra la regencia de Espartero.

Benito Pérez Galdós en su obra “Los Ayacuchos”, novela de la tercera serie de los Episodios Nacionales, refleja los sucesos de ese día en Barcelona y bajo la expresión de su personaje Fernando Calpena define a Juan Manuel Carsey: (sabiendo que Don Benito lo consideraba un traidor a todos, infiltrado de la reina Gobernadora, Mª Cristina de Borbón, al que pagaban desde Francia).

Juan Manuel Carsy, el alma de esta trapisonda, es un valenciano que hace poco vino aquí; comerciaba sin dinero ni mercancías, y se metió a periodista sin saber escribir. Ni posee el don de elocuencia para fascinar a las muchedumbres, ni la prodigiosa facultad del mando para conducirlas al combate. Es hombre vulgarísimo; y reconociéndolo así toda Barcelona, nadie se detiene a pensar en el enigma de su rápido encumbramiento. […] Me consta que desde el 14 disponía ese oscuro y ridículo Carsy de grandes sumas de moneda corriente, en plata y oro, las cuales no debió ganar en el comercio ni en el periodismo… Y pregunto yo: ¿De dónde ha salido este dinero?…”

En este barullo, la Junta Popular redobló la apuesta contra el Gobierno y dictaminó el derribo de la fortaleza de la Ciudadela.

La sublevación iniciada en noviembre, obligó a Antonio Van Halen (Capitán General de Cataluña) a ordenar la salida del ejército de la Ciudadela para refugiarse a las afueras de la ciudad en el Castillo de Montjuic, a la espera de la llegada de refuerzos. 

El repliegue de las tropas gubernamentales fue considerado un triunfo por los sublevados. En un manifiesto hecho público el 17 de noviembre la Junta Provisional transformada en Junta Central de Gobierno, emitió un manifiesto en el que se fijaban como objetivos la “unión y puro españolismo entre todos los catalanes libres”, la “independencia de Cataluña, con respecto a la corte, hasta que se restablezca un gobierno justo” y la protección de la industria española, el comercio, la agricultura y las clases laboriosas y productivas.

El 2 de diciembre Espartero llega a la ciudad. Ese mismo día el general Van Halen, por orden de Espartero, comunicó que Barcelona sería bombardeada desde el castillo de Montjuic si antes de 48 horas no se rendían los insurrectos. Entonces cundió el desconcierto en la ciudad y la Junta Central fue sustituida por otra más moderada dispuesta a negociar con Espartero, pero éste se negó a recibirles a pesar de que en ella participaba el propio obispo –“Espartero no quería una rendición pactada sino un castigo”, afirma Josep Fontana. Se formó una tercera Junta, esta vez dominada por los republicanos y dispuesta a resistir. El bombardeo se produjo, los incendios se extendieron por la ciudad, se destruyeron 300 edificios y murieron en torno a 30 personas. Hubo desperfectos importantes en el Ayuntamiento, en el Palacio de Justicia, la Casa de la Caridad, hospitales, fábricas… en todas partes.

A las 6 de la tarde dos comisiones de ciudadanos, una de la ciudad y la otra de la Barceloneta, se presentaron en el Cuartel General del ejército para solicitar el cese de hostilidades; pero las acciones continuaron hasta las 12 de la noche. Entonces, la Junta Revolucionaria se rindió y se entregó a las autoridades.

El día 4, Barcelona recibió la entrada de las tropas al mando de Van Halen y Espartero. Los revolucionarios habían sido desarmados y el ejército había tomado la Ciudadela, los cuartelillos, las puertas de la ciudad y los edificios más emblemáticos y representativos. El capitán general declaró la ciudad en estado de sitio por tiempo indefinido. Las medidas de castigo fueron muy duras, desde la pena de muerte para los cabecillas de la revolución hasta la prisión incondicional con grado de dureza según la implicación de cada uno en la revuelta.

Además, se castigó colectivamente a la ciudad con el pago de una contribución extraordinaria de doce millones de reales para sufragar la reconstrucción de la Ciudadela. Asimismo, disolvió la Asociación de Tejedores de Barcelona y cerró todos los periódicos salvo el «Diario de Barcelona».

Espartero había conseguido acabar con la revuelta, pero con el bombardeo y la dura represión posterior perdió el inmenso apoyo social y político que había tenido tradicionalmente no sólo en Barcelona, sino también en Madrid.  Por esta acción, un militar catalán y progresista como era Prim, le atacó en las Cortes por su inclinación al librecambismo contrario a las clases industriales catalanas. Se produjo asimismo una ofensiva de la prensa de la oposición contra Espartero y también la prensa militar le deja de dar el apoyo que tenía con anterioridad.

Juan Manuel Carsy huyó a Francia y volvió para participar en las revueltas contra Espartero de 1843 No se paró ahí, participó posteriormente en otras revueltas contra los gobiernos moderados. Acabó en el exilio de Francia, con una considerable fortuna.

El bombardeo de 1842 no fue el único de la época a la Ciudad Condal, el segundo se produjo en 1843.  Nació como reacción a una segunda insurrección en contra del Gobierno. Se formó en la ciudad una Junta Suprema (junio-agosto), que tan pronto buscaba la mayoría de edad de Isabel II como mantenía posiciones cuasi republicanas. El 2 de septiembre de 1843, se inician los disturbios y la revuelta conocida como la jamancia. Barcelona fue asediada durante tres meses por el ejército. La ciudad fue bombardeada el 24 de octubre desde la ciudadela. Siempre se atribuyó a Prim este bombardeo, sin embargo, recientes estudios, atribuyen esta autoridad a Laureano Sanz y Soto de Alfeirán, Capitán General de Cataluña durante la revolución de “La Jamancia”. La ciudad se rindió y fue disuelto el movimiento pseudo republicano.

A los amigos del victimismo cabe comunicarles que Barcelona no fue la única ciudad bombardeada para acabar con conflictos; Sevilla, por ejemplo, corrió la misma suerte en el mismo año. Era la política de la época.

BIBLIOGRAFÍA

AGUADO BLEYE, Pedro. – “Manual de Historia de España”. Ed. Espasa-Calpe. 1963.

FONTANA, Josep. – “La época del liberalismo. Vol. 6 de la Historia de España, dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares.” Ed. Crítica/Marcial Pons. 2007

PALACIO ATARD, Vicente. – “La España del siglo XIX”. Ed Espasa-Calpe. 1981.

EL PRINCIPIO DEL FIN DEL COMUNISMO EN LA EUROPA DEL ESTE: SOLIDARIDAD.

El 16 de octubre de 1978, es proclamado Papa el arzobispo polaco Karol Wojtyla con el nombre de Juan Pablo II. La noticia no fue muy bien acogida por los dirigentes soviéticos que mostraron su preocupación por la influencia que el nuevo Papa pudiera ejercer en su Polonia natal.

Ya como obispo había dado muestras de una inteligencia y valentía en el tratamiento de los asuntos morales, en la defensa de la Iglesia en Polonia y en la implantación y desarrollo del catolicismo sorteando con gran habilidad a las autoridades comunistas polacas, por lo que no era de extrañar que su nombramiento no fuera bienvenido por el gobierno polaco.

Wojtyla, siendo arzobispo de Cracovia, no atacó nunca directamente al marxismo, pero sus manifestaciones imprimieron al movimiento de oposición de carácter religioso una altura ética que era imposible de alcanzar y rebatir por el Gobierno. En junio de 1979, ya Papa, visitó triunfalmente Polonia, removiendo con su presencia los cimientos del imperio soviético. La situación polaca se describía por los propios soviéticos como prerrevolucionaria. A principios de aquel año la oposición al régimen comunista había creado en Polonia el comité de defensa de los trabajadores (KOR) que unió a trabajadores e intelectuales y que estaba apoyado también por la Iglesia. Algunos de sus dirigentes fueron encarcelados; posteriormente, como acto de generosidad, liberados, pero la sensación que daba el gobierno polaco con tanto trajín era de debilidad. Cuando el Papa decidió visitar Polonia, los comunistas no se atrevieron a impedirle la visita por miedo a que las manifestaciones en Polonia soliviantaran aún más los ánimos internos. Durante los nueve días que estuvo Juan Pablo II en Polonia dio la sensación de que el Estado no existía y Polonia no era una nación comunista. La autoridad del Papa borró la existencia de otro gobierno y las masas enardecidas, rezaban, elevaban cruces y sonreían. Ninguna alteración del orden. Juan Pablo II lograba contener a las masas con reflexiones y sentido del humor y, cuando decía: gracias por haber venido, ahora id tranquilamente a casa, la muchedumbre le obedecía. En ocasiones, las autoridades estuvieron a punto de suspender las retransmisiones televisivas del acontecimiento, en un intento de cercenar la influencia que estaba teniendo. Juan Pablo II nunca habló directamente de política en sus homilías y discursos, sólo de independencia, libertad, del fin de la injusticia, del fin de la división de Europa. En un país oficialmente ateo, la exaltación de la fe era un acto de patriotismo cuasi revolucionario. La visita papal logró que pareciese que los polacos constituían un país de disidentes, una orgullosa unidad, frente a un régimen, el soviético, en el que el gobierno polaco no era más que una marioneta. Aquella orgullosa unidad abrió una brecha social que valió la caída de un régimen.

A las misas y demás actos de aquella visita hay que sumar, la multitud de imágenes, páginas en los periódicos, minutos en los informativos de todo el mundo. La fuerza del Papa en Polonia y la debilidad del gobierno polaco se pusieron de manifiesto a ojos del mundo occidental. El 2 de octubre de 1979, el Papa refuerza su imagen y su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Las autoridades soviéticas no están dispuestas a aguantar más. El KGB en documentos que entonces eran secretos ordenó “mejorar la lucha contra las nuevas políticas del Vaticano hacia los países de Europa oriental”. Intentaron una campaña de desprestigio contra el Papa que fue un fracaso.

Internamente, la situación económica de Polonia venía siendo un desastre desde 1975, la inoperancia de las medidas comunistas, la sola exportación de carbón, la carestía de los productos importados, el peso de la deuda… hacían la situación insoportable. En julio de 1980, se estableció un nuevo sistema para calcular el precio de la carne, lo que supuso nuevas subidas y restricciones que condujeron a nuevas protestas. Los ferroviarios de la localidad de Lublin iniciaron una huelga por la carestía. El presidente polaco y su ministro de defensa, Jaruzelski, fueron llamados por el líder soviético, Bresnev, a la villa en la que el soviético veraneaba en la costa de Crimea. Debían parar aquello, aunque fuera por la fuerza. Los polacos no creían necesario utilizar la fuerza, pero Bresnev quería una solución inminente. Los obreros se vieron apoyados por los intelectuales del KOR, que, si bien no eran partidarios de la violencia, se sumaron a la reivindicación desde diversas publicaciones, con la idea fundamental de organizar a la sociedad para la resistencia ante el poder político. El KOR se convirtió en la voz de una sociedad.

Entre las peticiones de los obreros figuró el derecho de huelga, la posibilidad de elecciones en los sindicatos oficiales y negociaciones con las autoridades. La huelga se extendió a más de 150 empresas. En aquella ocasión, los trabajadores de astilleros Lenin en Gdansk, protagonistas de las sangrientas jornadas de huelga y represión de 1970, que se habían saldado con medio centenar de trabajadores muertos, no se sumaron a la huelga. Sin embargo, el 7 de agosto de 1980, la dirección de los astilleros despidió a una operadora de grúa por robar. Pero no había robado nada y su despido fue un acto de represión por reunir cera para hacer un velatorio en homenaje a los obreros caídos en 1970. Esto soliviantó a los trabajadores de los astilleros. El Gobierno trató de calmarlos con una subida salarial, pero un electricista, antiguo trabajador de los astilleros, llamado Lech Walesa habló a los trabajadores y les convenció para unirse a la huelga. Durante los 4 días siguientes, los obreros se encerraron en los astilleros, montaron barricadas e impidieron la entrada de la policía. Exigían lo mismo que los ferroviarios de Lublin, pero querían formar sindicatos libres, que la misa fuera retransmitida, el fin de la censura y la erección de un monumento en recuerdo de los muertos de 1970.

El 17 de agosto, las autoridades aceptaron que se oficiara una misa en los astilleros. Fue el párroco de Walesa, el que la celebró. Bendijo una cruz que se erigió en recuerdo de los muertos de 1970. A la misa asistieron 4.000 trabajadores y desde fuera de los astilleros cerca de 2.000 personas más.

Al día siguiente, el gobierno inició las negociaciones con los trabajadores. El 21 de agosto, las autoridades eclesiales locales viajaron a Varsovia para informar a Wyszynski, presidente de la conferencia episcopal polaca. El 25 de agosto, se publicó una carta del Papa a Wyszynski, en la que pedía el apoyo de la Iglesia a los trabajadores en su lucha por el pan de cada día y la justicia social. Ese mismo día, Breznev informó al Politburó del caso polaco. Se formó una comisión para estudiar la solución a tomar.

El 26 de agosto, el cardenal Wyszynski pronunció una importante homilía en la que defendía el principio de libre asociación, pero lleno de prudencia, quizá demasiada, mostró un cierto grado de inseguridad que le restó crédito; no así al conjunto de la Iglesia, ya que el 27 de agosto, Juan Pablo II en una alocución radiada por Radio Vaticano mostró su pleno apoyo a los trabajadores y a Polonia. La alocución papal fue seguida de una reunión de los obispos polacos que mostraron su pleno apoyo a la creación de sindicatos independientes de manera inmediata.

El 31 de agosto de 1980, el Gobierno capituló y firmó los acuerdos de Gdansk, creando el primer sindicato independiente, con Lech Walesa como líder. Había nacido “Solidaridad”. Aunque su legalización oficial tardó un poco más.

De principios católicos y nacionales, Solidaridad se convirtió en un acontecimiento para los medios de comunicación occidentales. Esa fuerza impidió a las autoridades polacas hacer caso a las presiones soviética para que declararan la ley marcial. Para sortearlo, Kania, encargado de la dirección del Partido Comunista polaco, intentó llegar a un pacto social.

Las presiones soviéticas continuaron, los levantamientos sindicales polacos, también, hasta que en noviembre de 1980 Solidaridad fue legalizada.  En marzo de 1981, tras una amenaza de huelga, se logró el reconocimiento de la «Solidaridad rural”. A lo largo de 1981, Solidaridad incrementó sus reivindicaciones mientras que la dirección del Gobierno pasaba a manos del general Jaruzelski (posteriormente en 1985 sería elegido jefe del Estado polaco, cargo que ejerció hasta 1990).

Ante la presión de Solidaridad y sus demandas cada vez más extremistas (desde la óptica comunista), el 28 de noviembre de 1981, el gobierno polaco presentó una ley de emergencia nacional que incluía la facultad de prohibir huelgas. Solidaridad condenó la ley con el apoyo de la Iglesia. Ante la situación, el gobierno polaco solicita la invasión soviética de Polonia como había ocurrido en Checoslovaquia o en Hungría (https://algodehistoria.home.blog/2022/03/11/la-revolucion-hungara-de-1956/ ), sorprendentemente, el politburó, reunido el 10 de diciembre, votó en contra por unanimidad. Su posición contraria no se debía a la presión de la opinión pública occidental ni mucho menos al número de muertos que se podían producir en Polonia, simplemente, eran conscientes de que la URSS no podría aguantar las sanciones económicas que occidente le iba a imponer. Aquella situación debería solventarla Polonia con los medios que tuviera el gobierno polaco.

El 11 y 12 de diciembre de 1981, el comité de Solidaridad estaba reunido en Gdansk, pasados tres minutos de la medianoche del 12 de diciembre de 1981, todos los teléfonos privados de Polonia quedaron sin conexión, casi todos los delegados de Solidaridad reunidos en Gdansk, fueron detenidos. El 13 de diciembre, se decretó la ley marcial. Se arrestó a más de 10.000 personas, se instalaron controles en las carreteras, los tanques invadieron las calles de Varsovia. Los brotes de resistencia fueron reprimidos rápidamente, salvo el de los mineros de Piast, cerca de Katowice, que aguantaron un poco más a costa de la muerte de 13 personas (9 mineros y 4 policías).

El corte de las líneas telefónicas impidió al Papa hablar con los obispos polacos y tuvo que recurrir a mensajes radiofónicos para condenar los hechos y apoyar a los polacos. En su mensaje de Año Nuevo de 1982 atacó “la falsa paz de los regímenes totalitarios”. En enero de 1982, Solidaridad fue ilegalizada, pero perduró en la clandestinidad.

Las reacciones de otros países occidentales fueron diversas. Si bien el entonces canciller socialdemócrata alemán, Helmut Schmidt, vio la ley marcial como un factor estabilizador y Francia tampoco la condenó, pues quería mantener la venta de sus productos agrícolas a la URSS (media Europa estaba convencida de que el comunismo no tenía remedio, que había llegado para quedarse y mejor era sacar tajada económica y no molestar). Esta no era la visión de Gran Bretaña y USA. Así Thatcher logró movilizar a la opinión pública y con ella a los países europeos en apoyo de Solidaridad y Reagan en USA inició unas durísimas medidas económicas contra los países del Este. No siempre estuvieron de acuerdo en qué hacer británicos y norteamericanos, pero sí sabían que algo se debía hacer. Por supuesto contaban con el apoyo del Vaticano. Juan Pablo II fue el auténtico iniciador del movimiento desde que era cardenal y, sobre todo, desde su visita en junio de 1979, pero además apoyó a solidaridad desde diversos puntos. Les dio cobertura diplomática, insistió siempre en que todas las medidas fueran encaminadas a una solución pacífica sin derramamiento de sangre; para el Papa el fin del comunismo era una cuestión moral no política. Apoyó al sindicato Solidaridad y a todos los polacos unidos en aquel movimiento y lo hizo antes y después de la ley marcial, por ejemplo, tras ésta con ayudas económicas, al igual que USA, aunque los americanos tenían más dinero y más aportaron, pero el Vaticano estableció una red de socorro solidario desde todas las iglesias del mundo occidental, con alianzas con los protestantes y muy destacadamente con los anglicanos de manera que el auxilio llegó a los polacos desde todo el mundo gracias a las parroquias católicas. Sustentadas por una opinión pública muy favorable a los polacos. Además, el resto de Europa empezó a reaccionar tomando medidas que fueron desde bloqueos económicos como el realizado por la Comunidad Económica Europea, hasta la concesión del premio Nobel de la Paz a Lech Wałesa en 1983. Este premio fue recibido con gran júbilo por parte de la oposición polaca al comunismo. Las sanciones dieron como resultado la desestabilización del gobierno polaco.

En 1984 hubo una amnistía parcial, al mismo tiempo que el Gobierno pretendía mostrar una apariencia reformista. Jaruzelski aflojó las riendas del estado de sitio, en contra de la opinión soviética que además pretendía que se enfrentara abiertamente a la Iglesia. Jaruzelski consideraba un error ponerse a mal con los católicos abiertamente y el tiempo le dio la razón. En octubre de 1984, fue asesinado por la policía el sacerdote más carismático de Polonia después de Juan Pablo II, el padre Jerzy Popieluszko, capaz de decir cosas como: ”el desafío a la autoridad totalitaria es una obligación del corazón, de la religión, y de la Nación”. Su muerte hizo aumentar el número de asistentes a las misas y el malestar entre el pueblo. La tumba del sacerdote asesinado se convirtió en un santuario. El gobierno polaco comprendió su fracaso; dominaría administrativamente el Estado, pero jamás doblegaría el alma del pueblo polaco. La fe mueve montañas, y los polacos lo demostraron. En febrero de 1986, el líder de Solidaridad, Walesa, fue detenido. Dado que los problemas internos se mantenían y la presión exterior no cedía, el gobierno polaco aceptó entrar en una negociación que culminó con la firma de un acuerdo en el que los comunistas aceptaron el restablecimiento del sindicato Solidaridad y la organización de elecciones «semi-libres» al parlamento de Polonia.

Muchos historiadores han destacada que el éxito de Solidaridad fue que su basamento eran los trabajadores, los intelectuales le dieron sustento ético, racionalización filosófica, pero el ideario era de todos los trabajadores. Las huelgas en empresas de las que dependía la parte más importante de los ingresos del Estado, cuestionaban un sistema comunista que, ideológicamente, debe estar legitimado por el proletariado, y aquí el proletariado lo detestaba.

Cuando en 1989 cae el muro y se producen las primeras elecciones pseudo- democráticas en Polonia, Solidaridad se presenta como partido político y, contra todo pronóstico, se convierte en el partido vencedor. Su líder, Lech Wałęsa, llegó a la presidencia del gobierno polaco. Estuvo en el gobierno durante un mandato.

El movimiento democrático en torno al sindicato libre Solidaridad se ha convertido en un mito fundador de la Polonia contemporánea. Esa idea está en el convencimiento de todos los polacos, independientemente de su visión política. Fueron “como una vela encendida en la oscuridad de la noche”, que iluminó a toda Europa y al Mundo. Así lo cantaron Angelic Upstars en su “Solidarity”:  https://www.youtube.com/watch?v=owrVQebWCtc

La Europa del Este se vio muy influenciada por el movimiento de la “Solidaridad» polaca. Los regímenes sovietizados fueron conscientes de su deterioro económico y tecnológico, al mismo tiempo que la gerontocracia soviética careció de iniciativas políticas y de capacidad económica para reconducir la situación. La nueva actitud de Occidente, más decidido a mantener una posición dura con respeto a la URSS, acabó de complicar la situación. Como en un puzzle de fichas de dominó surgieron protestas en todos los países del oriente europeo En Hungría por motivos ecológicos, derivados de la construcción de una gran presa, lo que obligó al comunismo húngaro a evolucionar hacia formulas, llamémoslas, más liberales con la creación de un Consejo dedicado al ecologismo y la aprobación de una ley electoral que permitiera la presencia de candidatos independientes. En Alemania oriental se trató de dar un nuevo contenido al Estado por el procedimiento de tratar de crear un sentimiento nacional, pero a mediados de la década de los ochenta el crédito de Honecker estaba ya agotado. En Bulgaria los intentos de Zhivkov de proseguir una transformación económica fracasaron por problemas de calidad en la producción y por el intento fallido de asimilar por completo a la población turca. En Checoslovaquia, la protesta política o la simple demanda de libertades nacida de medios religiosos jugó un papel creciente. Se vio favorecida por la encíclica “Slavorum apostoli” sobre el origen del cristianismo en las tierras eslavas. Además, el Cardenal checo Tomasek, con el apoyo del Papa, reunió a un tercio de los sacerdotes checos en unas jornadas de demostración de poder de la Iglesia católica Checa, que removieron conciencias y avivaron el despertar político por la libertad. En Rumania el renacer político se cercenó por el carácter cada vez más represivo del régimen. En Yugoslavia pronto hubo problemas después de la muerte de Tito. En Albania los problemas parecieron derivar de la división interna. La totalidad de Europa del Este pasaba, por tanto, por una enorme crisis a mediados de los ochenta. La punta de lanza de la posible transformación era la efervescente Polonia, pero tan sólo un profundo cambio en la URSS podía hacer posible que se llegara a dar una solución global. Gorbachov fue consciente de ello, pero eso ya es otra historia, que, en parte, ya vimos aquí: https://algodehistoria.home.blog/2019/10/31/y-cayo-el-telon/

BIBLIOGRAFIA

BARLINSKA, Izabela. “La sociedad civil en Polonia y “solidaridad”. Centro de estudios sociológicos. 2006

O’SULLIVAN, John. – “El Presidente, el Papa y la Primera Ministra. Un trio que cambió el mundo”. Ed. Fundación FAES. 2006.

WEIGEL, George. “Biografía de Juan Pablo II, testigo de esperanza”. Plaza & Janés Editores. 2000.

LA HUELGA MINERA EN EL REINO UNIDO 1984 A 1985

En estos tiempos de restricciones energéticas, de búsqueda de nuevas fuentes de energía más productivas, más baratas, más limpias, vamos a recordar uno de los acontecimientos que marcaron no sólo un cambio industrial en Gran Bretaña, sino un cambio político y un cambio social. Algunos autores señalan que la huelga de los mineros de 1984-1985 determinó el fin del siglo XX en el Reino Unido y la entrada en el Siglo XXI. Claro que eso era antes del brexit, no sabemos a dónde les conducirá la salida de la UE.

En 1979, Margaret Thatcher fue elegida primera ministra del Reino Unido, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar ese cargo en la historia de su país.

Cuando Thatcher llega al poder la situación económica era desastrosa, con una inflación galopante y una deuda pública desorbitada. El caballo de batalla con el que se presenta a las elecciones era el problema sindical. Los sindicatos mandaban más que los partidos políticos, con una unión casi corporativa con los laboristas. Esta unidad se rompía de vez en cuando. Una de esas ocasiones fue con el gobierno de Callaghan donde la subida de precios y la contención de salarios llevaron al enfrentamiento con los sindicatos, convirtiendo a Gran Bretaña en un caos. El invierno de 1978-79, una oleada de huelgas, legales e ilegales, sacudió al Reino Unido.

Thatcher fundamentaba su política en la reducción de impuestos y en lograr una actividad y productividad mayor del sector empresarial privado que en una bajada excesiva del gasto público, si bien procede a la privatización de multitud de empresas públicas cuyo funcionamiento se había vuelto demasiado burocrático. Asimismo, plantea la búsqueda de una flexibilización del mercado laboral, para lo que necesitaba la reducción de la influencia de los sindicatos.

Sus primeros años de mandato no permiten realizar un balance positivo. La aplicación de sus políticas incrementó el desempleo, especialmente en las zonas más industriales. Tampoco supo acabar con la inflación, dejando de vincular el aumento de los salarios a ésta, lo que implicó una pérdida general del poder adquisitivo, así como un aumento de la presión fiscal indirecta y de la escasez de vivienda. Todo parecía en contra, pero la importante victoria en la Guerra de las Malvinas, la fortaleza demostrada ante el terrorismo del IRA y la división y enfrentamiento interno de los laboristas propiciaron que en las elecciones de 1983 consiguiera la victoria electoral más amplia en Reino Unido en casi 4 décadas, con casi el 42% de los votos.

Ante la nueva victoria, los sindicatos que no habían estado ciertamente quietos en el primer mandato, vuelven a la carga con gran virulencia. Años antes (1974), habían sido capaces de tumbar al Gobierno conservador de Edward Heath con sus huelgas y pretendían hacer lo mismo con el de Thatcher

En 1984 una encuesta de Gallup señaló que para el 84% de los británicos los sindicatos tenían demasiado poder.

Ahora, Thatcher se presentaba con un plan que buscaba la reducción del 20% de las minas de carbón cuya extracción resultaba más cara que importarlo de fuera de Gran Bretaña, lo que supondría, en sus planes, la pérdida del 15% de los puestos de trabajo de los mineros.

Realmente, no era una novedad, simplemente la primera ministra fue más explícita, más contundente que sus antecesores. El deterioro gradual de la industria del carbón británica, venía de años anteriores. La mano de obra cayó desde más de 1 millón de empleos entre las guerras mundiales a apenas 200.000 a principios de la década de 1980. Durante décadas, tanto los gobiernos conservadores como los laboristas habían estado cerrando pozos y eliminando puestos de trabajo. Pero a medida que aumentaba el desempleo nacional, era obvio que más cierres provocarían una reacción intensa.

Ante este programa, los sindicatos mineros convocan una huelga. La huelga de mineros de 1984-1985 fue la disputa laboral más prolongada y enconada de la historia moderna de Gran Bretaña. Pero fue más que eso: para las comunidades involucradas, desde Escocia y Gales del Sur hasta Yorkshire y Nottinghamshire, a menudo se sentía como una guerra civil no declarada, que enfrentaba a pueblo contra pueblo, familia contra familia, incluso hermano contra hermano, porque ni todos los sindicatos mineros estaban a favor, ni todas las regiones secundaron la huelga

Hay que recordar que, a fines de 1981, el Sindicato Nacional de Mineros (en inglés: National Union of Mineworkers o NUM) eligió a un nuevo líder vinculado a la extrema izquierda, Arthur Scargill, quien no ocultó su afán de confrontación con el gobierno. Scargill negaba la condición antieconómica de la extracción del carbón y peleó porque todas las minas de carbón se mantuvieran abiertas, sin importar cuánto costaran.

La convocatoria de huelga debía hacerse tras una votación de los mineros que aprobara la misma. Scargill convocó tres votaciones para lograr el apoyo de los mineros a una huelga nacional; tres veces votaron no. Así que, empeñado como estaba en parar, ideó la estratagema de convocar huelgas por regiones, para evitar una votación nacional, que sabía perdida de antemano. Era marzo de 1984.

No todos los mineros le secundaron, los mineros de Yorkshire se retiraron, al igual que sus homólogos escoceses. La mayoría de los mineros de Nottinghamshire se negaron a ir a la huelga, al igual que grupos más pequeños de mineros en otros lugares. En Nottinghamshire era mayoritario el Sindicato de Mineros Democráticos (UDM) siempre enfrentado a NUM. En Nottinghamshire, aún se recuerda la huelga y los enfrentamientos entre los que querían trabajar y una minoría que no quería hacerlo. Hace relativamente poco tiempo, en 2004, la BBC realizó un reportaje en la zona y las familias enfrentadas entonces, seguían enfrenadas 20 años después. Por el contrario, en Gales la huelga fue secundada por el 99% de los mineros.

Tradicionalmente, estas demostraciones de fuerza habían dado como resultado la victoria sindical. Por ejemplo, en 1972 y 1974, los mineros se declararon en huelga por salarios más altos, y en ambas ocasiones ganaron. Y cuando parecía que no lo iban a conseguir recrudecían sus acciones y derribaban gobiernos, como vimos. Pero esta vez era diferente.

Primero, los mineros estaban divididos. Desde el principio, la disputa estuvo marcada por un intenso encono y enfrentamientos violentos entre los mineros en huelga y los trabajadores.

La segunda diferencia fue que el gobierno estaba mucho mejor preparado en 1984 que diez años antes. Dado que Scargill había hecho público su entusiasmo por la confrontación, la Administración habían estado acumulando reservas de carbón. Como resultado de ello, los huelguistas nunca estuvieron cerca de causar la escasez de carbón y cortes de energía que podrían haber traído la huelga sin esta previsión del gobierno Thatcher.

La tercera diferencia fue la propia Margaret Thatcher. Al igual que Scargill, la señora Thatcher adoptó un tono notablemente agresivo e intransigente desde el principio. Animó a la policía a tomar medidas enérgicas contra los mineros que hacían piquetes y acosó a los jefes de policía locales para que bloquearan los «piquetes voladores». Es decir, piquetes móviles que habían tenido tanto éxito en la década de 1970. Además, logró poner a su lado a una parte de la prensa, sobre todo a medida que avanzaba el conflicto. Se llegó a tildar a los líderes sindicales como el «enemigo interno» de Gran Bretaña.

Muy rápidamente, por lo tanto, la huelga se convirtió en una prueba de fuerza entre dos figuras públicas excepcionalmente combativas. En los medios de comunicación, los mineros en huelga, los mineros trabajadores y la policía fueron representados como pequeños ejércitos que avanzan y avanzan por el campo. Mientras tanto, los periódicos exageraban el valor de cada escaramuza. Aunque claramente hubo violencia en ambos lados, los líderes mineros a menudo se quejaron de que la prensa exageraba la violencia de los huelguistas mientras ignoraba los abusos de la policía. En particular, los partidarios de los mineros huelguistas estaban indignados por la llamada “Batalla de Orgreave” en junio de 1984, cuando policías montados atacaron a los piquetes frente a una planta de coque de South Yorkshire, un acontecimiento que aún se recuerda en la zona año a año y que vale para hacer propaganda política a los laboristas. No se hacen fiestas con los ladrillos y otros objetos lanzados por los huelguistas que hirieron, en ocasiones gravante, a la policía.

Con las existencias de carbón altas, los mineros divididos y la opinión pública firmemente en contra de la huelga, Scargill se enfrentaba a una lucha cuesta arriba. Según una encuesta realizada por Opinion Research Corporation para el Evening Standard, publicada el 31 de agosto de 1984, alrededor del 94 por ciento del público desaprobaba las tácticas de los piquetes y, cuando se le pidió que eligiera entre trabajadores y mineros en huelga, el 74 por ciento simpatizaba con los mineros trabajadores y sólo el 19 por ciento con los huelguistas.

A pesar de la dureza, de las penurias económicas que pasaron los huelguistas que llegaron a no tener nada que comer, de los enfrentamientos con los esquiroles, la huelga se prolongó durante casi exactamente un año. La situación familiar de los mineros era tan calamitosa que no sólo no ganaban su sueldo y se comieron los ahorros, sino que tampoco tenían derecho a recibir beneficios porque su acción colectiva se consideró ilegal; tenían que depender de las limosnas.

Las inmensas dificultades a miles de familias, lograron que Scargill admitiera la derrota a regañadientes en marzo de 1985, cuando aún había en huelga el 60% de los mineros.

Además, como resultado de la huelga, tres personas murieron: dos piquetes en huelga y un taxista que llevaba a un esquirol al trabajo. ​

Aunque la huelga terminó, las cicatrices nunca desaparecieron. Hasta el día de hoy, ambos bandos tienen sus partidarios que defienden con pasión su postura. Posteriormente, el ritmo de los cierres se aceleró y muchas ciudades nunca se recuperaron. Independientemente de lo que pensara la gente sobre los temas en juego, millones de ciudadanos estaban horrorizados por las escenas de lucha abierta entre los piquetes y la policía, que se convirtió en un emblema de la conflictiva década de los 80 del siglo XX.

La sociedad británica nunca volvió a ser la misma. Con el sacrificio de tantos, la prosperidad económica volvió a Gran Bretaña de mano de Margaret Thatcher, la actividad económica tradicional se transformó. Curiosamente, la derrota permitió un renacimiento para muchos mineros.  Si bien muchos ex mineros nunca volvieron a tener trabajo, otros aprovecharon el cese de la actividad para engancharse a las becas de formación que dio el gobierno y estudiar, pasando incluso por la Universidad. Las esposas de los mineros, en número aún mayor, regresaron a la escuela y se convirtieron en maestras, trabajadoras sociales o agentes de libertad condicional. Los hijos de familias mineras, criados durante y después de la huelga, aprovecharon al máximo la expansión del sector universitario. La huelga politizó a las familias mineras y animó a muchas de ellas a involucrarse en otras causas, a convertirse en concejales locales o incluso en diputados.

La dureza de la situación de aquellos años queda viva en el imaginario común británico, pues en muchos pueblos mineros se levantaron museos para que no se olvidara lo que era la vida en aquellos lugares en otros tiempos. También el cine ha dejado patente el ambiente y la tristeza de aquellos momentos. Así, todos recordamos la película “Billy Elliot”, ambientada en el Condado de Durham durante la huelga de 1984. O la de “The Full Monty” donde, en clave de comedia, vemos la situación de decadencia en la ciudad de Sheffield al norte de Inglaterra por las consecuencias de la reconversión minera e industrial. También en música la huelga del 84 inspiró a una multitud de cantantes británicos, por todos, traemos el ejemplo de la canción “We Work the Black Seam “,  de Sting y » Red Hill Mining Town «, de U2.

https://www.youtube.com/watch?v=s4CQJTGw72I

https://www.youtube.com/watch?v=yLvpZwN9Oko

A ellos hay que unir multitud de novelas, series de Tv. Documentales, ensayos…

En España, por los mismos años y por razones semejantes, también cerraron las minas, pero la prosperidad no ha llegado a las zonas ex mineras. Pregunten en Asturias o en León.

BIBLIOGRAFÍA

Enciclopedia Británica

Lyddon, Dave. «La huelga de los mineros de 1984-1985» . Historia de TUC (on line).  http://www.unionhistory.info/timeline/1960_2000_Narr_Display_2.php?Where=NarTitle+contains+%27The+1984-85+Miners+Strike%27+

O’SULLIVAN, John. – “El Presidente, el Papa y la Primera Ministra. Un trio que cambió el mundo”. Ed. Fundación FAES. 2006.

Universidad de Oxford, on line: https://www.history.ox.ac.uk/miners-strike-1984-5-oral-history

FRAP

En los últimos días, por la victoria judicial que Cayetana Álvarez de Toledo ha obtenido frente a la demanda interpuesta contra ella por el padre de Pablo Iglesias, ha vuelto a nuestros oídos el nombre del grupo terrorista FRAP. Pero, ¿qué fue el FRAP?

El Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), fue una organización terrorista que surgió de las ramificaciones del PCE, desde que Carrillo postulara una política de reconciliación nacional en 1956, oficialmente aceptada en el VI Congreso del Partido Comunista de España celebrado en Praga en diciembre de 1959. Carrillo presentaba una estrategia que defendía la salida pacífica del franquismo y el pacto con sectores del régimen; ideas que fue madurando poco a poco durante la década de los 60 y que, en la de los 70, le llevaron a abrazar el eurocomunismo.

El eurocomunismo se caracterizó por rechazar el modelo político desarrollado por la URSS y, con cierto carácter práctico, acercarse a las clases medias y bajas surgidas del capitalismo y aceptar el modelo pluripartidista. Los más destacados partidos eurocomunistas fueron el italiano y el francés. En España ante la evolución de los acontecimientos de la transición, el Partido Comunista de España de Carrillo y el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) se abrazan al eurocomunismo y, precisamente, su legalización en los inicios de la transición, se debió a esta posición más conciliadora con las democracias liberales.

Sin embargo, no todos los comunistas defendían esta estrategia, lo que dio lugar a diferentes escisiones, como la del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) y el Partido de los y las Comunistas de Cataluña (PCC). Los cuales se unían así a otras ramificaciones que se habían dado con anterioridad, como fue la del Partido Comunista de España (marxista-leninista), cuyas siglas fueron: PCE (m-l), de carácter estalinista. La visión política de estos últimos era favorable a la revolución por medio de la violencia. La diferencia con los anteriores, especialmente con las otras dos escisiones señaladas (PCPE y PCC) estribaba en que para estos la violencia era una opción, normalmente manifestada en la algarada callejera, de corte totalitario, supuestamente en nombre del pueblo, pero para el PCE (m-l), la violencia era un imperativo para lograr sus fines.

En el fondo de esta discusión no había más que un conflicto entre el comunismo soviético del PCUS -abrazado en España por Santiago Carrillo- y el comunismo maoísta chino, que profesaba el PCE marxista-leninista y que defendía la lucha revolucionaria y el belicismo como máxima para instaurar su propio régimen. A partir de 1976 el maoísmo perdería fuerza en el PCE (m-l) en favor del modelo comunista y aislacionista de Albania.

Este abrazo a la violencia no era una novedad en el comunismo, no olvidemos que Trotski en 1917 había señalado en una arenga: “Os digo que las cabezas tienen que rodar, y la sangre tiene que correr (…). La fuerza de la Revolución francesa estaba en la máquina que rebajaba en una cabeza la altura de los enemigos del pueblo. Era una máquina estupenda. Debemos tener una en cada ciudad”.

 El PCE ml sigue la tradición de Robespierre, Lenin, Stalin y Trotski, que nunca se pararon en barras a la hora de liquidar a los opositores dentro y fuera del partido. El terror está en la base intelectual y el designio político del comunismo.[1]

En esto, los totalitarismos de todo signo suelen coincidir, al menos en sus manifestaciones teóricas, que desgraciadamente, también se llevan a la práctica. “La base del poder es la violencia, nunca el derecho”. Posición defendida por uno de los máximos ideólogos del nazismo, Carl Schmitt [2] y que también aplicaron los comunistas.

Esa concepción de la violencia radical y criminal que justificaban definiéndola como lucha frente al franquismo, llevó al PCE (m-l) junto con otros grupos disidentes a crear el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), como brazo armado para llevar a cabo sus actividades terroristas.  Para ellos, como ha señalado algún militante, tan enemigo era Franco como Carrillo al que consideraban un traidor.

La década de los 70 en España nació ciertamente revuelta. Franco se encontraba enfermo de Párkinson, el entonces Príncipe Juan Carlos había sido nombrado sucesor a título de Rey. Las familias del régimen se posicionaban ante lo que era evidente: la muerte de Franco en un tiempo no muy lejano. Ahí aparecen los codazos por el poder entre las facciones más duras del régimen y las que eran más partidarias de una apertura. En ese contexto, ETA cometió su primer asesinato en 1968- supuestamente, al igual que el FRAP, como lucha frente al franquismo, si bien al mayor parte de sus asesinatos ocurrieron tras la muerte de Franco-. El juicio por aquellas muertes se sustanció en el llamado proceso de Burgos, que ocasionó uno de los mayores momentos de tensión en España en mucho tiempo. Tanto que, las duras penas impuestas (penas de muerte) tuvieron que ser conmutadas por penas de prisión ante la presión ejercida desde el exterior por un número considerable de países.

Por otro lado, la sociedad  tenía un mayor conocimiento de lo que ocurría fuera de España  gracias al turismo y a la apertura en las costumbres acontecida desde los años 60, como ya contamos aquí: (https://algodehistoria.home.blog/2020/06/19/que-decada-la-de-aquel-regimen/), se generaron más conflictos sociales, sobre todo, manifestaciones estudiantiles en Madrid y Barcelona o un número muy importante de huelgas que se produjeron en 1970.

La economía parecía ajena a las crisis internacionales que ya se vislumbraban y a las luchas políticas, consolidando lo que los historiadores definen como el milagro económico español, con un país creciendo a una media superior al siete por ciento, herencia de las reformas de los tecnócratas. Reforzadas por los acuerdos con los EE. UU o la firma del Acuerdo Económico Preferencial entre el Estado Español y la CEE, en junio de 1970.

En este contexto, el 23 de enero de 1971, en París, se creó el comité que daría lugar al nacimiento de FRAP. Cuyos objetivos se mostraron en el número 1 de la revista ¡Acción!, editada el 1 de marzo de 1971. Se concretaban en 6 puntos:

  1. Derrocar la dictadura fascista y expulsar al imperialismo estadounidense de España mediante la lucha revolucionaria.
  2. Establecimiento de una República Popular y Federativa que garantice las libertades democráticas y los derechos para las minorías nacionales.
  3. Nacionalización de los bienes monopolísticos y confiscación de los bienes de la oligarquía.
  4. Profunda reforma agraria sobre la base de la confiscación de los grandes latifundios.
  5. Liquidación de los restos del imperialismo español.
  6. Fundación de un Ejército al servicio del pueblo.

Sin embargo, la constitución formal del grupo terrorista no se concretó hasta 2 años después, también en París. Julio Álvarez del Vayo, ex ministro del PSOE con Largo Caballero, durante la guerra civil, fue nombrado presidente y lo lideraría hasta su muerte en 1975. Tras la guerra civil, Julio Álvarez del Vayo se exilió en los EEUU y México. Fue expulsado del PSOE por su radicalismo procomunista. Instalado en Francia, aglutinará a diversos grupos revolucionarios. En la segunda reunión de París, se ratificaron los puntos programáticos editados en 1971 y cuya síntesis en palabras de Vayo era “destruir la dictadura de Franco y crear una República Popular y Federal a través de la lucha armada”[3].

Este grupo terrorista, cometió diversas acciones criminales en los cinco años posteriores. Las manifestaciones, las huelgas, el reparto octavillas eran consustanciales al grupo desde sus comienzos, pero, subiendo escalones de violencia, llegó al robo de armas, al lanzamiento de cócteles molotov a distintas instituciones, sobre todo, bancos, a los que también atracaban a mano armada, buscando así una forma de financiación. Motivo por el cual,  también asaltaron furgones que trasladaban dinero.

Las acciones más violentas del FRAP se inician el 1 de mayo de 1973 cuando en una manifestación en la calle Antón Martín de Madrid un grupo de policías fueron emboscados, rodeados y atacados con armas blancas, uno de ellos es asesinado a puñaladas. Se trataba del jovencísimo subinspector de la brigada político-social (tenía 21 años y estudiaba medicina, profesión a la que quería dedicarse en el futuro) Juan Antonio Fernández Gutiérrez.

José Catalán Deus, hoy periodista y entonces militante del FRAP, ha contado en numerosas entrevistas, y en su libro: “Crónica de medio siglo. Del FRAP a Podemos. Un viaje por la historia reciente con Ricardo Acero y sus compañeros”, como aquel primero de mayo fue muy complicado. “Ocurrieron cosas muy graves, hubo grandes redadas y cayó prácticamente toda la organización”[4]. Él fue detenido, estuvo preso desde julio a noviembre de 1973, posteriormente logró salir clandestinamente e instalarse en Albania, donde permanecía cuando la actividad criminal del FRAP se recrudeció en 1975.

Las víctimas del FRAP eran siempre miembros del Ejército y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado​, centrando sus ataques en Madrid, Barcelona y Valencia. Daba igual la graduación o el Cuerpo. Muchos cayeron heridos, otros muertos.  Muchas de las víctimas fueron atacadas cuando se encontraban fuera de servicio, aisladas o en labores totalmente ajenas a cuestiones policiales. Su actividad se recrudeció coincidiendo con el incremento de atentados perpetrados por ETA.

La actividad del FRAP y de otros grupos terroristas se acrecentó con la primera hospitalización de Franco en julio de 1974, los terroristas querían influir en el devenir de España ante el cambio de régimen.

Entre julio y septiembre de 1975, se produjeron los atentados del FRAP contra cuatro policías y un guardia civil, todos ellos fallecieron: Francisco Jesús Anguas Barragán; Lucio Rodríguez Martín; Antonio Pose Rodríguez, Juan Ruiz Muñoz y Diego del Río Martín. Pero como afirma Azcona, el “salto” terrorista de la formación, “no se produjo de la noche a la mañana”. “El paso de la actividad puramente dogmática o ideológica al campo del terror se fraguó en reuniones en pisos francos, con gente más proclive a la violencia, al chantaje, a la muerte”.

El 27 de septiembre de 1975, fueron condenados a muerte por estos hechos once militantes del FRAP, de los que tres fueron fusilados. Estos, junto a dos miembros de ETA, se convirtieron en los cinco últimos ejecutados del franquismo.

Como respuesta, dos días después, el FRAP atracó la pagaduría de la Residencia Sanitaria Valle de Hebrón de Barcelona. Abrieron fuego contra una pareja de Policías Armados que se encontraban allí de vigilancia. Diego del Río Martín, de 25 años falleció; su compañero, Enrique Camacho Jiménez, sobrevivió. Los terroristas se llevaron un botín de 21 millones de pesetas que empleó en seguir con sus actividades violentas.

Durante la transición, su actividad fue decayendo. Aunque no es fácil señalar cuándo acabó del todo su acción criminal, porque se teme que muchos de ellos se involucraron en otros grupos terroristas como el GRAPO. De hecho el atentado contra el hotel Corona de Aragón, el 12 de julio de 1979, donde murieron 78 personas y 113 fueron heridas, fue reivindicado, según señaló Radio Zaragoza y el periódico “El Heraldo de Aragón”, por llamadas que decían ser de  ETA, otras del FRAP y por el GRAPO. Aunque nunca se pudo resolver con certeza.

Se sospecha de algún otro atentado, como señala el periodista César Cervera en ABC  “La muerte del guardia de seguridad Jesús Argudo Cano, producida en Zaragoza el 2 de mayo de 1980, también fue atribuida al FRAP e incluso la Fundación de Víctimas del Terrorismo así lo señala en su libro ‘Víctimas del terrorismo, 1968-2004”.

Los  exmiembros del FRAP niegan más acciones porque el grupo ya estaba inactivo en esas fechas.

BIBLIOGRAFÍA

AZCONA, José Manuel, AVILÉS, Juan, y RE, Matteo. “Después del 68: la deriva terrorista en Occidente”. Ed Silex. 2019.

CERVERA, César. ABC https://www.abc.es/historia/abci-frap-organizacion-terrorista-asesino-cuatro-policias-forma-salvaje-finales-franquismo-202005312315_noticia.html

HERMIDA REVILLAS, Carlos. La oposición revolucionaria al franquismo: el Partido Comunista de España (marxista-leninista) y el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota. Universidad Complutense de Madrid.

https://www.pceml.info/actual/images/Biblioteca/HERMIDA_Laoposicinrevolucionariaalfranquismo_ElPCEmlyelFRAP.PDF

JIMÉNEZ LOSANTOS, Federico “Memoria del Comunismo”. Ed la esfera de los libros.2018.

Periodistadigital: https://www.periodistadigital.com/cultura/guia-cultural/20200602/frap-noticia-689404318338/

[1] Federico Jiménez Losantos. “Memoria del Comunismo”. Ed la esfera de los libros.2018

[2] Op. Cit.

[3] José Manuel Azcona, Juan Avilés y Matteo Re. “Después del 68: la deriva terrorista en Occidente”.Ed Silex. 2019

[4] Periodistadigital: https://www.periodistadigital.com/cultura/guia-cultural/20200602/frap-noticia-689404318338/

EL GOLPE DE ESTADO DE LOS CORONELES EN GRECIA

Acaba de fallecer el rey Constantino II de Grecia. Rey en el exilio, rey sin corona tras el golpe de Estado de los coroneles en 1967.

En la era contemporánea, la situación griega era inestable desde su independencia de Turquía y, donde, el paso por las dos guerras mundiales no mejoró la situación.

El territorio heleno vivió de guerra en guerra y de golpe de Estado en golpe de Estado. Por hacernos una idea, sin entrar en muchos detalles, el rey Constantino I (abuelo del rey Constantino II) fue derrocado en 1917 por sus simpatías proalemanas. En 1920 volvió a ser proclamado rey de Grecia, para volver al exilio en 1923 tras la derrota griega contra Turquía y el fracaso de un golpe de Estado monárquico que condujo a proclamar la II República helénica en marzo de 1924. Constantino I murió en el exilio en Roma en 1923. Su hijo mayor (Jorge), fue llamado a ocupar la corona griega en 1935 tras un nuevo golpe de Estado monárquico. Jorge II y toda su familia pasaron la II Guerra Mundial en Sudáfrica al ser ocupada Grecia por las fuerzas del eje. En 1944, se trasladan a Egipto buscando una mayor cercanía al territorio griego y el apoyo al gobierno griego también en el exilio. En 1946, tras la guerra civil griega, y tras ganar los monárquicos las elecciones y un plebiscito sobre la forma política del Estado griego, vuelven a Grecia. En 1947, Pablo I, hermano del recién fallecido Jorge II, ocupa el trono griego. Pablo I fue el padre el rey Constantino II y de nuestra Reina Sofía.

Esa guerra civil de 1946 enfrento a comunistas y anticomunistas. Ganaron estos últimos con el apoyo de los aliados, especialmente de los EE.UU., que se convirtió en el guardián del reino del egeo, en aplicación de la doctrina Truman.

En las siguientes dos décadas se sucedieron gobiernos conservadores. Sus políticas lograron un constante crecimiento económico, sobre todo, por la ayuda prestada por el Plan Marshall. Pero, esto no significa que la vida política estuviera tranquila, simplemente la tensión estaba solapada y se manifestó claramente cuando, el 22 de mayo de 1963, el diputado Grigoris Lambrakis es atacado brutalmente por una organización parapolicial del Estado, agresión que cinco días después le provocó la muerte.

En las elecciones del 16 de febrero de 1964, Georgios Papandreu consigue una amplia victoria (52,7 %). Su partido, Unión de Centro, de corte liberal nacido en 1961, se enfrentaba, sobre todo, al partido conservador, Unión Nacional Radical (ERE).  Su política progresista despertó una fuerte oposición de los círculos conservadores y militares, que, por otro lado, veían con temor el papel cada vez más destacado de su hijo, Andreas, de opiniones cercanas al Partido Socialista.

El 6 de marzo de 1964, muere el rey Pablo I y le sucede en el trono su hijo Constantino II de Grecia, con tan sólo 23 años y mucha inexperiencia política y personal.

El primer ministro, Georgios Papandreu, para supuestamente hacer frente a un posible golpe de Estado, remodela el Gobierno el 15 de julio de 1965. Papandreu se proclama Primer ministro y al tiempo ministro de Defensa. Lo que pone en sus manos un poder considerable. El rey Constantino II disconforme con esa situación, lo destituye. Este hecho lleva a que diputados de Unión de Centro abandonen el partido, desencadenando manifestaciones y movimientos populares que exigen la celebración de nuevas elecciones.

En 1966, Constantino II propone la formación de varios Gobiernos con la participación de los diputados que abandonaron la Unión de Centro, pero sólo consigue incrementar la inestabilidad nacional. A la desesperada intenta un gobierno de unidad entre representantes de la Unión de Centro y miembros del ERE. La intención era formar un gobierno que se encargara de los asuntos más urgentes y convocara nuevas elecciones. Pero todo se frustró por el golpe de Estado de los coroneles, el 21 de abril de 1967.

El golpe se produjo a las tres de la madrugada, el rey Constantino II estaba en el palacio de Tatoi, mientras su madre, la princesa Irene y nuestra – entonces- princesa Sofía acompañada por sus hijas las infantas Elena y Cristina se encontraban en el palacio de Psychico. Todos ellos a las afueras de Atenas. La princesa Sofía había ido a ver a su madre en una visita familiar y el golpe la pillo en Grecia. Los responsables de la asonada fueron dos coroneles: Papadopoulos y Makarezos, y el brigadier Pattakos, que habían desplegado los tanques en las calles de Atenas y Tesalónica y enfrente de los palacios reales, apuntando al interior de los mismos. Las comunicaciones estaban interrumpidas: no había línea telefónica y en la radio sólo se escuchaban marchas militares.

El rey tenía delante el futuro del pueblo griego, el de la monarquía y muy poca experiencia.

La familia real griega siempre ha sostenido que el rey Constantino nada tenía que ver con este golpe, sin embargo, se sospecha que el golpe de los coroneles fue una respuesta, más rápida, al golpe que realmente se esperaba- llamémosle, por entendernos, golpe de los generales- en nombre del rey y con conocimiento de los EE.UU. Tan es así que, cuando llegaron a Washington las primeras noticias del golpe desde su embajada en Atenas, no se alarmaron, lo esperaba; sin embargo, lo que contaban desde Atenas era incongruente.

El director de la CIA, Richard Helms esperaba un posible golpe de Estado, pero no el que les estaban relatando desde Atenas, sino uno perpetrado por los generales, con Grigorios Spandidakis, jefe del ejército, a la cabeza. Pero en vez de eso se encontraron con que unos advenedizos con rango de coronel que habían actuado al margen de sus superiores y sin la autoridad del rey. El objetivo de los alzados era hacerse con el control del Ejército, formar una Junta militar que gobernara el país, con la pésima y no comprobada excusa de acabar con un supuesto alzamiento comunista de ciertas zonas de Grecia donde aseguraron que había penetrado el Ejército Rojo de la URSS.

Aquella misma noche, Grigorios Spandidakis fue enviado por el rey para negociar con los coroneles, sin ningún éxito. Por la mañana, ante la incapacidad de contrarrestar con sus fuerzas la asonada, Constantino aceptó firmar el cambio de gobierno con los coroneles, con el argumento de evitar un baño de sangre entre sus partidarios del ejército y los rebeldes ,y así, además, ganar tiempo. Muchos griegos no le perdonaron jamás que aceptara el gobierno golpista.

Mientras, los noticiarios de todo el mundo, en España de manera inequívoca, ABC o la Vanguardia, relataban el golpe que no fue, el golpe que los americanos esperaban que se hubiera dado, la confusión era total. La princesa Sofía logró volver a España tres días más tarde y años después, en el libro que escribió sobre ella Pilar Urbano, reconoce que, el 23 de febrero de 1981, cuando el golpe de Estado de Tejero, el rey Juan Carlos I sabía muy bien, por la experiencia de su cuñado, lo que no se debía hacer.

Volviendo a Grecia, aquella mañana del día 22 de abril de 1967, el rey se dio cuenta de que sólo contaba con algún general fiel y con la marina, poco dada a los levantamientos. Contrario a los coroneles, el rey ideó un contragolpe, apoyado por la marina y parte de la aviación. La contrarrevolución del rey se fraguó el 13 de diciembre de 1967, pero fracasó debido a la lentitud de acción y mala coordinación. Constantino se ve obligado a marcharse con su familia al exilio.

A partir de aquí, en Grecia se vivieron años de inestabilidad: hubo intentos, en dos ocasiones y sin éxito en ambas, de secuestrar a Papadopoulos. Se buscó provocar un levantamiento popular que consiguiera acabar con la Junta militar… Los coroneles resistieron y como consecuencia de ello, se atrincheraron en el poder persiguiendo a todos los opositores, de izquierdas o derechas, hasta hacer de aquel poder una dictadura irrespirable.

Se iniciaron movimientos en todo el mundo contra los coroneles:

5 de noviembre de 1968, se produce el entierro de Georgios Papandreu, que se convierte en una multitudinaria manifestación contra la Junta.

En 1969, Grecia es excluida del Consejo de Europa por la violación sistemática de los derechos humanos que incluye la tortura de los opositores al régimen.

En 1972, la crisis del petróleo provoca un aumento de la inflación que pasa del 10 % al 30 % y provoca una fuerte pérdida del poder adquisitivo de la población.

Pero la gota que colmó el vaso fue un levantamiento estudiantil producido en febrero de 1973, en el que miles de estudiantes ocuparon durante 3 días la facultad de Derecho de Atenas en protesta contra la dictadura.

Cómo nunca dura paz en la casa del pobre, si los griegos tenían poco con la dictadura de la Junta, el 25 de noviembre de 1973, se produce un nuevo golpe de Estado. El general Dimitrios Ioannidis derroca a Papadopoulos. La inestabilidad interna es de tal orden que, como en tantos otros momentos de la Historia, el nuevo dictador busca un enemigo exterior con el que intentar unir a los griegos en su derredor. En esta ocasión, Ioannidis promueve un golpe de Estado en Chipre para derrocar al Gobierno de Makarios III y anexionar la isla a Grecia. Este movimiento grecochipriota, enmarcado en el panhelenismo, se conoce como enosis. Esto ocurre el 15 de julio de 1974 y, el 20 de julio, los turcos ocupan Chipre y, retomando el viejo conflicto entre turcos y griegos en la isla, se anexionan el norte de la isla y, con diversos vaivenes, ahí siguen.

Los griegos en 1974 no fueron capaces de hacer frente al ejército turco: ni tenían armamento, ni uniformes ni capacidad militar alguna. Grecia era un país sumido en el caos.

Tal era la situación que, en un nuevo golpe de Estado, el 22 de julio de 1974, el tercer cuerpo de las fuerzas armadas decreta el fin del gobierno de la Junta militar y la proclamación de un gobierno civil presidido por el conservador Constantinos Karamanlis. Además, abogan por el regreso del rey.

El 23 de julio, la Junta militar dimite y se anuncia la formación inmediata de un Gobierno civil. Karamanlis vuelve del exilio para formar Gobierno. 17 de noviembre de 1974, tienen lugar las primeras elecciones democráticas, que gana Nueva Democracia, el partido de Karamanlis. Bajo su mandato se restablece la Constitución de 1952, se libera a los presos políticos y se legalizan los partidos.

Una de las primeras acciones del nuevo gobierno fue convocar un referéndum para determinar la forma política del Estado griego: monarquía o república. Se celebró el 8 de diciembre de 1974, el 69,2% de la población optó por la república.

Constantino nunca reconoció el resultado del referéndum que proclamó la III República Helénica en 1974, condición que le había impuesto el Estado griego para permitirle regresar a su país natal. Por si eso fuera poco, en 1994, el Gobierno socialista de Andreas Papandreu retiró la nacionalidad griega a la familia real y le expropió sus bienes. En 2002, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó al Estado griego a indemnizarles con 12 millones de euros por los bienes confiscados.

En los últimos años de su vida, el rey y su familia pudieron volver a Grecia, de manera esporádica desde 2010 y a partir de 2013 Constantino II y la reina Ana María establecieron su residencia en Grecia como unos ciudadanos más. El gobierno griego nunca les reconoció sus títulos.

El 10 de enero de 2023, fallecía el último rey de los griegos.

BIBLIOGRAFIA

VACALÓPULOS, APÓSTOLOS E.: “Historia de Grecia Moderna 1204-1985”. Universidad de Chile, 1995.

PONCE, Carmen. “El nacimiento de la Grecia moderna”. Ed Clio. 2006

The Times Magazine:

https://web.archive.org/web/20081213130557/http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,917678,00.html

Revista de prensa

MERCEDES FORMICA

En estos tiempos que tanto se habla de feminismo, hoy voy a hablar de una mujer que hizo mucho por mejorar las condiciones jurídicas y sociales de las españolas.

No es ninguna novedad en este blog puesto que en diversas ocasiones ya he hablado de mujeres formidables. Recordemos, por ejemplo, la dama de Arintero, Agustina de Aragón, Mª Pita, Isabel Zendal, o Clara Campoamor y otras muchas que parecen entre los pasajes de la Historia de España – Los artículos que se refieren a las citadas se pueden consultar en los enlaces siguientes:

https://algodehistoria.home.blog/2020/06/12/la-dama-de-arintero/

https://algodehistoria.home.blog/2021/10/08/agustina-de-aragon/

https://algodehistoria.home.blog/2020/10/23/la-contra-armada-inglesa/

https://algodehistoria.home.blog/2020/10/09/expedicion-balmis/

https://algodehistoria.home.blog/2019/07/19/la-obtencion-del-sufragio-universal-femenino-en-espana/

Todas ellas fueron heroínas de una u otra forma, algunas con su ejemplo, otras con su sacrificio, otras en la lucha por los derechos civiles, cada cual en atención a su tiempo y circunstancias. Pero las circunstancias de nuestra protagonista de hoy no fueron fáciles y, sobre todo, el trato posterior, el recuerdo a su buen hacer parece olvidado por razones meramente ideológicas, o por pura ignorancia, lo que no dice mucho en favor de nuestro feminismo patrio.

Hoy voy a hablar de Mercedes Formica Corsi-Hezode. Nació en Cádiz en 1913, en el seno de una familia acomodada, siendo la segunda de 6 hermanos. Su infancia transcurrió entre Cádiz, Córdoba y Sevilla. Su madre había sufrido la experiencia, muy común en la época, de depender económicamente de su padre -ingeniero industrial e importante hombre en la Andalucía de la época-, con el que no se llevaba bien y del que se separó, padeciendo ella y sus hijos, como consecuencia, calamidades económicas. Para que sus hijas no sufrieran como ella, la Sra. Corsi-Hezode se empeñó en que todos sus hijos, hombres o mujeres, estudiaran una carrera universitaria. Cosa muy infrecuente en las mujeres del momento. Mercedes ingresó en 1932 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla. Siendo la única mujer entre los alumnos. En 1933, se traslada a Madrid, tras la separación de sus padres. Por ese suceso, como hemos expuesto, su situación económica era muy débil, sin embargo, sus buenas notas, le permitieron acceder a distintas becas y continuar sus estudios. En la Universidad, entró en contacto con profesores formados en todo tipo de ambientes, siempre de carácter tolerante y con gente de distintas ideologías y estatus social que la ayudaron a abrir su mentalidad: Giménez Fernández, Jiménez de Asúa… En la Facultad sucumbió al pensamiento de Primo de Rivera, leyó con fruición el cancionero de Lorca, asistió a las veladas en casa de Sánchez Mejías…

Su afiliación a Falange la llevó en sus primeros años de Universidad a ser nombrada delegada del Sindicato Español Universitario (SEU) de la Facultad de Derecho. En 1936 se trasladó a vivir a Málaga por razones de salud y allí fue nombrada delegada nacional del SEU y, por tanto, miembro de la Junta política del partido. El estallido de la Guerra Civil complicó su permanencia en zona republicana, por lo que, en 1937, se marchó a Sevilla vía Tánger. Fue entonces cuando percibió la brutalidad del conflicto en ambos bandos y, tras la muerte de José Antonio, concibió la necesidad de disolver el partido en previsión de una utilización torticera del pensamiento y acción “joseantoniano”.

Gran escritora, la guerra interrumpió sus estudios universitarios, pero no sus ganas de saber y de expresarse, así escribió una de las mejores novelas que se hayan escrito sobre la Guerra Civil: “Monte de Sancha”. Como señala Fernando García de Cortázar, magnifica porque: “carece de épica impostada y de fanfarronadas confundidas con el heroísmo”. [1]La historia de una pareja cualquiera a la que, como a cualquiera de nuestros abuelos, le pilló la guerra y les destrozó la vida. Les truncó el futuro. Por pertenecer a Falange le tocó estar en un bando, como a otros, les tocó el bando contrario por tener ideas opuestas. Aquel ideal de concordia y cooperación que ella conoció en la Universidad se vio truncado. Como lo demuestra en la primera parte de su autobiografía “Visto y Vivido”, que, como señala de nuevo Cortázar, todos los analfabetos que pretenden quitarnos los recuerdos, los nuestros o los de otros que vivieron aquellos momentos, deberían leer para conocer la auténtica situación y sentir de aquellos años en España, entre la gente normal y corriente, no la España de los ansiosos de poder.

Tras la Guerra Civil, retomó sus estudios para, primero, doctorarse en Filosofía y Letras y, posteriormente, terminar la carrera de Derecho después de contraer primeras nupcias con Eduardo Llosén, cuya unión se anularía más tarde.

El requisito de “ser varón”, impuesto por la legislación franquista para acceder a determinadas oposiciones, truncó sus aspiraciones a ingresar en la carrera diplomática, por lo que decidió ejercer libremente la abogacía. Esta situación, unida a la indefensión legal de su madre tras la separación matrimonial, concienció a Mercedes de la necesidad de hacer frente a la injusta situación en la que vivían las mujeres en aquellos años.

La acción la emprendió en varios frentes: en sus novelas, en la prensa, en ensayos o ejerciendo la abogacía. Así, como gran escritora utiliza sus obras para la defensa de la mujer, desde sus primeras novelas, incluso algunas novelas rosas que firmaba bajo el seudónimo de Elena Puerto- en los primeros años 40-; o, más comúnmente, en artículos de prensa. En 1944 se hizo cargo del semanario Medina, Editado por la Sección Femenina- (organización femenina de la Falange, dirigida por Pilar Primo de Rivera, con la que tuvo más de un encontronazo a lo largo de su vida, entre otras razones porque Mercedes era mucho más liberal). En 1950, Publicó en la revista de estudios Políticos, la recensión de “Segundo Sexo” de Simone de Beauvoir, en el que reivindica la independencia económica de las mujeres y critica el papel secundario que se le daba a éstas en el ámbito laboral, e inicia también la dirección de un equipo de trabajo para lograr que la ley “permitiera a la mujer -en palabras de la propia Mercedes Formica- llegar a aquellos puestos donde su inteligencia, vocación y preparación le llevasen. A la mujer se la admitía en la Universidad, pero a la hora de hacer valer su título le pedían que se convirtiese en hombre”.

A partir de ese año 1950 compagina su actividad periodística: ABC, Blanco y Negro, Gran Mundo, La Ilustración Femenina, con el ejercicio libre de la Abogacía, siempre en la reivindicación de los derechos de las mujeres.

El 7 de noviembre de 1953, publicó en ABC el artículo titulado “El domicilio conyugal”, en el que denunciaba que la ley consideraba el domicilio conyugal exclusivamente como casa del marido., así como otras situaciones de desprotección, como señaló la autora en ese artículo: «sin el consentimiento por escrito de su esposo, una mujer no podía heredar bienes, no podía administrar dinero o negocios, no podía ser testigo de un testamento, o no podía aceptar un empleo. Sí podía obtener una separación legal de su esposo, pero solo si abandonaba su hogar y entregaba a los hijos mayores de tres años«. Se hizo eco de él la prensa de todo el mundo. Realizaron reportajes la revista Time, el New York Times o el Daily Telegraph o el periódico alemán Kölner Stadt-Anzeiger. Personajes relevantes de la sociedad europea vinieron a España para conocerla. Josefina Carabias realizó un reportaje para Informaciones titulado «La mujer que ha puesto el dedo en la llaga»: «El artículo de Formica ha levantado una polvareda comparable solamente al del célebre ‘¡Yo acuso…!’ de Zola«. Por su parte, La Codorniz aportó su lado sarcástico en favor de Mercedes y, ABC, victorioso tras su valiente publicación – otros medios se negaron a hacerlo-organizó una encuesta con destacados juristas que expresaron sus opiniones, casi todas favorables a la reforma. Incluso le dedicaron una Falla en Valencia.

A esta obra se unieron otras de la propia Formica, destacable es la novela “A instancia de parte”. Fue publicada en 1955. En esta novela, Mercedes Formica aborda el delito del adulterio que en aquellos años era privado y no público, con lo cual el proceso no lo incoaba el Estado, sino la parte ofendida, es decir, el delito se juzgaba “a instancia de parte” y dónde el adulterio era delito en la mujer, no así en el marido, lo que permitía a éstos, en algunos casos, organizar un teatrillo con cómplices para declarar adultera a la mujer sin que ésta pudiera defenderse. Esta novela obtuvo el premio Cid de la Cadena SER.

El importantísimo artículo de ABC y la novela “A instancia de parte”, así como otras publicaciones desataron un estado de opinión sobre la situación jurídica de la mujer española y una campaña a favor de una revisión jurídica, con una notable proyección internacional que se concretó en una reforma del Código Civil, a través de la Ley de 24 de abril de 1958, en la que se daba un importante paso hacia la equiparación de los sexos y abría el camino a futuras reformas en el franquismo. Otra de las reformas recogidas en aquella norma supuso la supresión del conocido como “depósito de la mujer” durante la separación, que obligaba a la esposa a abandonar el domicilio familiar y residir en otro lugar bajo la vigilancia de «un depositario» propuesto por el marido. Cabe recordar a este respecto que la ley de divorcio de la II República mantuvo este “depósito” en su legislación. En total, Mercedes logró la reforma de  66 artículos del Código Civil y desde entonces la mujer podía casarse en segundas nupcias sin que les arrebataran a sus hijos menores; los bienes que poseyera la esposa antes del matrimonio serían siempre suyos, sin que pasasen a manos del marido; el adulterio «de cualquiera de los dos cónyuges» se consideró causa de separación y seguía siendo delito pero para los dos cónyuges; la mujer dejaba de ser equiparada con niños, enfermos y delincuentes, reminiscencia de la imbecilitas sexus, que hasta esta reforma le impedía ser testigo en los testamentos y ejercer los cargos de tutor y protutor; limitó el poder del marido para la administración y disposición sobre los bienes gananciales… y fue la base de posteriores reformas que llegarían a cambiar el estatus de la mujer española

Antonio Garrigues, con cariño, denominó aquel cambio como la “re-formica”, que en la España de entonces supuso un adelanto muy considerable para la condición de la mujer.

Algunos lectores podrán plantearse cómo consiguió Mercedes Formica que el régimen aceptara todos estos cambios. No debemos olvidar que Mercedes era falangista, bien es cierto que había ido evolucionando en su pensamiento. Como hemos señalado, era una joseantoniana convencida, propuso, como dijimos la disolución del partido y se fue apartando del movimiento durante la dictadura, si bien nunca se dio de baja del mismo. Precisamente esta militancia fue la que puso encima de la mesa en una entrevista con Franco en 1954, para informarle del sentido de sus propuestas, antes de plasmarlas materialmente. No olvidemos que el propio Franco era hijo de padres separados y había vivido en primera persona la miseria en la que el abandono paterno dejaba a la mujer e hijos. Posteriormente, con gran habilidad e inteligencia, utilizó los artículos de prensa, novelas y escritos de todo tipo- lo hemos visto en los párrafos anteriores- para crear un ambiente favorable en la opinión pública que facilitó el beneplácito del régimen.

A pesar de que reformó bastantes artículos de los Códigos Civil y Penal, Mercedes decía, en 1997, en una entrevista que le hizo Natalia Figueroa, que la habían silenciado. En cierto modo fue verdad y uno de los primeros que lo hizo fue su segundo marido.

En 1962, tras separase de su primer marido y conseguir la nulidad, contrajo matrimonio con José María Careaga Urquijo y a partir de ese momento, y por deseo de su marido, su presencia en el ámbito jurídico fue escasa.

Si bien su actividad se centró en la labor de divulgación periodística e histórica. Desde la prensa inició un exitoso consultorio jurídico en el diario ABC titulado “ABC de la Mujer”, contribuyendo a la difusión del Derecho y apoyando una reforma de la entonces vigente ley de adopción.

Desde la investigación histórica, siempre al servicio de las mujeres, publicó dos interesantes biografías: “La hija de Don Juan de Austria” y “María de Mendoza”. Por la primera recibirá el Premio Fastenrath de la Real Academia de la Historia en 1975.

Tras el fallecimiento de su marido en los años 80, se dedicó por completo a la redacción de sus memorias, de las que se han publicado cuatro volúmenes: “La infancia”, “Visto y vivido”, “Escucho el silencio” y “Espejos rotos y espejuelos”.[2]

En abril de 1997, en la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid, se le rindió el primer homenaje y casi único en democracia, por su labor intelectual y su lucha por los derechos de las mujeres y de los más débiles en situaciones de opresión. A este acto acudióInge Morath para acompañarla, la espléndida fotógrafa de la Agencia Magnum, que vino a España en los años 50 para entrevistar a Formica por haber elevado los derechos de la mujer a debate nacional.

Francisco Umbral dijo de Formica que ostentaba el título de «reina del feminismo nacional sin gritos”.

Para que veamos cómo es la política española y la ignorancia y sectarismo que muchas veces la acompaña, en Cádiz, en octubre de 2015, el gobierno municipal de Podemos, quitó el busto que Mercedes tenía en la plaza del Palillero, que había sido colocado con motivo del centenario de su nacimiento, según dijo su famoso alcalde: «por fascista, fiel a la obra de Franco y defensora del modelo de mujer sumisa y abnegada». Hay que no saber nada. En 2018, el Ayuntamiento de Madrid, que entonces dirigía Manuela Carmena, también de Podemos, inauguró una calle en su honor, por defender a las mujeres víctimas de violencia. Fue mucho más que eso, pero bienvenida sea la calle, por algo se empieza.

Mercedes Formica falleció en Málaga el 22 de abril de 2002. Estaría bien que alguna de nuestras instituciones le rindiera el homenaje que se merece.

BIBLIOGRAFÍA

CORTÁZAR, Fernando de – “Mercedes Formica. Palabra de Mujer” ABC MADRID 27-12-2015 página 58 – Archivo ABC

Real Academia de la Historia:

https://dbe.rah.es/biografias/9792/mercedes-formica-corsi-hezode

FORMICA, Mercedes Visto y vivido, 1931-1937. Ed. Planeta, 1982 (Pequeña historia de ayer)

FORMICA, Mercedes. “El domicilio conyugal”:

http://hemeroteca.sevilla.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1953/11/07/009.html

GARCÍA DE TUÑÓN AZA, José María (8 de marzo de 2014).” 8 de marzo: Mercedes Formica, “una voz en el silencio” .  Hispaniainfo.

RUIZ FRANCO, Rosario, “Mercedes Fórmica (1916-).” Ediciones del Orto, Biblioteca de Mujeres, 1997.

[1] Fernando de Cortázar.- “ Mercedes Formica. Palabra de Mujer” ABC MADRID 27-12-2015 página 58 – Archivo ABC

[2] Biografía de mercedes Formica en la Web de la Real Academia de la Historia.

INDIFERENCIA

Hoy no escribo yo. Hoy le he pedido prestada una excelente entrada a Resistencia Venezuela.

https://resistenciavenezuelasite.wordpress.com

Ellos que saben como pocos lo que es luchar contra una dictadura que se fue colando poco a poco desde la democracia, ellos que ya vivieron el golpe de Estado de Chavez y el de Maduro, ellos pueden enseñarnos mucho a los españoles, que en ocasiones parecemos dormidos ante lo que tenemos delante de los ojos y no queremos ver.

Aprovecho la ocasión para desear a mis lectores Feliz Navidad y que en 2013 superemos todos los obstáculos, recordando así lo mucho bueno que hemos hecho en nuestra Historia.

Pinchad en el enlace para leer la entrada de hoy.

https://resistenciavenezuelasite.wordpress.com/2022/12/11/la-indiferencia-ese-aquiescente-y-silencioso-apoyo-a-la-ruindad-por-manuel-barreto-hernaiz-barretohernaiz/

CYRUS W. FIELD Y LA UNIÓN TELEGRÁFICA DE EUROPA Y AMÉRICA.

La Historia de la humanidad se suelen dividir en edades a partir de la presencia de acontecimientos que modifican la vida de las personas en aspectos Sociales, políticos, económicos y culturales. Tales cambios suelen venir marcados por un punto de inflexión que determina el cambio de visión y funcionamiento del Mundo y eso nos lleva a la Prehistoria, Edad Antigua, Media, Moderna, o Contemporánea. https://algodehistoria.home.blog/2021/01/15/el-concepto-de-edad-contemporanea/

Esta división entre antiguos y modernos se agranda por una doble revolución, económica (Revolución Industrial) y política (Revolución liberal-burguesa), desencadenada en el mundo occidental a finales del siglo XVIII. Esa edad contemporánea se va diversificando en función de los avances técnicos y, por ellos podemos hablar de primera revolución industrial, por ser la que utilizó a su favor la energía del agua y del vapor; segunda Revolución Industrial, por el uso de la energía eléctrica, la tercera, por la electrónica y la tecnología de la información y la cuarta, por ser la de la revolución digital[1].

La primera Revolución industrial logra el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la Humanidad desde el neolítico. Podemos decir que esta primera revolución modifica todos los aspectos de la sociedad, mejorando considerablemente el nivel de vida del ser humano.

La segunda revolución industrial suele datarse a mediados del S XIX. Mientras que la tercera y la cuarta se producen desde los años 90 del S XX hasta la actualidad. Es decir, los cambios se van acelerando y la transformación en cada una de ellas es radical. Tal es el cambio producido por las dos últimas que estoy segura que los historiadores del futuro marcarán desde ellas el inicio de un nuevo periodo histórico.

De momento, los historiadores no se ponen de acuerdo sobre qué hecho concreto o invento marca el nacimiento de cada periodo, con todo, si podemos identificar a la máquina de vapor de Watt (patente es de 1769) como el símbolo de la primera revolución y a la creación del telégrafo como emblema de la segunda.  Al telégrafo nos vamos a referir en esta entrada.

Hay un elemento común a todas las revoluciones industriales y es que cada invento ayuda a crear el siguiente. Así, la aparición del ferrocarril a principios del Siglo XIX creó la necesidad de enviar mensajes a gran velocidad. La corriente eléctrica acababa de ser descubierta y se pensó en su uso para el envío de mansajes. Los primeros equipos eléctricos para la transmisión de mensajes los inventó el estadounidense Samuel F.B. Morse, en 1836.

Morse había aprendido en Yale que cuando se interrumpía un circuito eléctrico se veía un fulgor. Aprovechando esa idea creó el lenguaje que lleva su nombre.  A ese lenguaje, compuesto de puntos y rayas, le buscó un sistema de transmisión por medio de cables y postes repetidores y patentó el aparato de transmisión: había nacido el telégrafo. Morse y sus colaboradores habían detectado que esa transmisión era efectiva a unos 32Km de distancia, pero más allá la señal se debilitaba y la comunicación no era posible. Así que idearon un sistema de postes repetidores que replicaban el mensaje de unos a otros. Con ese sistema se transmitió el primer mensaje largo: de Washington a Baltimore, el 24 de agosto de 1844.

El Mundo logra la primera comunicación instantánea: en Washington y en Baltimore se habla de lo mismo al mismo tiempo. La transformación del mundo fue radical. Si el transporte de personas y mercancías redujo tiempo con el ferrocarril o el vapor, ahora, la palabra se hacía casi instantánea a uno y otro lado del cable. El lenguaje Morse se extendió y los postes se fueron sucediendo, pero había algo insuperable, el agua. El Mundo se comunicaba de manera más rápida. Psicológicamente fue todo un vuelco que en París se pudiera saber al instante lo que pasaba en Ámsterdam o en Berlín. Pero esa rapidez en la comunicación seguía limitada al entorno terrestre, nunca de isla a isla. El agua absorbe la corriente eléctrica y también el auténtico avance de la humanidad. El vuelco que el telégrafo quería dar a la Historia necesitaba de la proeza de superar “los charcos”.

Los cables de cobre y hierro no podían ser usados en contacto con el agua. No se encontró solución hasta que, en 1851, se descubrió la gutapercha, un árbol del sudeste asiático del que se extrae un material parecido al caucho, translucido, sólido y flexible. También se conoce con el mismo nombre al látex que ahora se obtiene de manera química pero cuyo origen está en estos árboles.

Con este material se recubren los cables de transmisión y, así, la idea de Morse de lograr una comunicación telegráfica entre Francia e Inglaterra tendiendo un cable por el canal de la mancha se hará realidad. Será el ingeniero británico Brett el que logró tal proeza enviando un barco desde la costa francesa a la inglesa con otros barcos de refuerzo, de manera que la comunicación y la visión del barco transportador del cable no se perdiera en ningún momento.

Se buscó un día con buena meteorología y mar en calma y, como el fondo marino de la zona era bien conocido, en un solo día de trabajo se logró el tendido del cable y la transmisión. El 13 de noviembre de 1851, el continente se había unido a Inglaterra e Inglaterra al continente (cosa no siempre fácil de lograr). Dos años más tarde, Gran Bretaña ya estaba unida por telégrafo con Irlanda, Dinamarca, Suecia y había dado los primeros pasos para conectarse con Egipto y la India. Especial importancia tuvo, para nuestra historia la labor de los hermanos Bright, sobre todo, de Charles. Charles Bright dirigió el lanzamiento de un cable telegráfico submarino entre Portpatrick, en escocia, y Donaghadee en Irlanda. Ambos hermanos formaron la English and Irish Magnetic Telegraph Company con sede en Liverpool.

Pero faltaba América. El océano atlántico o el pacífico eran demasiado largos como para lograr estaciones intermedias en las que colocar un poste. En aquellos años no se conocía el papel que la presión del mar podía ejercer sobre la estabilidad de los cables submarinos, cómo reaccionarían los cables y su envoltorio de gutapercha en esas condiciones, se desconocía la estructura geológica de los fondos marinos…además, suponiendo que el cable aguantara ¿cómo podría transportarse? ¿Qué barco podría con una carga tan pesada y voluminosa como la de un cable que debía atravesar todo el atlántico (más de 3.000 km)? Todo el mundo científico lo consideraba imposible. Pero a veces las cosas suceden por el entusiasmo de alguien que no es un conocedor profundo de la materia.

Un ingeniero inglés, Gisborne, en 1854 tuvo la idea de colocar un cable que uniera Nueva York con Terranova. Pero se arruinó en el empeño. Viajó a Nueva York para encontrar financiación. Allí, casi por casualidad, conoció a Cyrus W. Field, que se había hecho muy rico a base de diversos proyectos comerciales. Cyrus, joven, rico y lleno de entusiasmo, vio la ocasión propicia para lo que siempre habían sido sus negocios: ir más allá. ¿Por qué quedarse en Terranova- pensó- y no utilizar la isla como “poste” para lanzar un cable submarino hasta Europa, hasta Irlanda?

Cyrus se traslada a Londres vendiendo su idea y buscando financiación, se pone en contacto con todos los expertos, presiona a los gobiernos para lograr las licencias oportunas, dirige en ambos continentes una campaña para lograr los fondos económicos necesarios. ¡Él está dispuesto a poner 300.000 libras de la época para tal empresa!  Contacta con C. Bright y Brett y constituyen la Atlantic Telegraph Company en 1856. Ante el incremento de capital, crea la” Telegraph Construction and Maintenance Company”. Fue tal el entusiasmo desplegado por Field que a su sociedad acudieron toro tipo de personas desde ingenieros, comerciantes, nobles o escritores.

Pero el dinero era el menor de los problemas. No olvidemos que estamos en el SXIX, ningún barco de la época tenía las dimensiones suficientes para albergar una bobina de hilo de cobre y hierro de las dimensiones que se requería, 10 veces más que la empleada en atravesar el canal de La Mancha. En una travesía tan larga no era posible llevar la bobina a la intemperie como sí ocurrió en el Canal, con lo que, las condiciones de la bodega y el proceso de extensión del cable hacia el agua debían ser distintos y más costosos.

Tras mucho estudiar las diferentes soluciones, se decide que el proceso debe hacerse desde dos barcos. Ambos saldrían de algún puerto irlandés y a mitad de camino unirían los dos extremos del cable y, de allí, uno se dirigiría a Irlanda y el otro a Terranova.

El gobierno inglés ofrece el Agamenón, uno de los barcos más grandes de la flota británica, que luchó como buque insignia en el asedio de Sebastopol (Guerra de Crimea). Los norteamericanos aportan el Niagara, una fragata de 5.000 toneladas – la de mayor envergadura que poseían-. Ambos barcos deben ser reformados para almacenar el cable.

El cable era otro problema, debía ser por un lado firme e irrompible y también elástico para que se pueda colocar con mayor facilidad. Tiene que resistir cualquier presión y carga y al tiempo poder desenrollarse fácilmente desde la bobina al mar. Tiene que ser sólido y también preciso para poder apreciar y transmitir cualquier ondulación eléctrica 3.000 km más allá, una auténtica complicación que asumen las fábricas inglesas hilando, e hilando, e hilando durante un año. Lo nunca visto hasta entonces.

Con todo preparado, con los mejores electricistas e ingenieros a bordo, lo que incluye al propio Morse, llega el día de la partida. Reporteros y dibujantes acompañan a la flota para describir la travesía que para los ingleses y americanos es la más emocionante desde Colón, Magallanes y Elcano. Cientos de botes y barcos pequeños rodean a los dos barcos de guerra remodelados en su salida del puerto irlandés de Valentia, miles de personas se asoman por el puerto para despedir con sus pañuelos a la flota. Los gobiernos han mandado representantes que lanzan encendidos discursos. Un sacerdote eleva una plegaria solicitando la bendición divina: “Oh, Dios eterno. Tú que solo despliegas los cielos y gobiernas el oleaje del mar. Tú, a quién obedecen los vientos y los mares, contempla con misericordia a tus siervos aquí abajo… Domina con tu voluntad cualquier resistencia que pudiera impedirnos la consecución de tan importante obra”. Era el 5 de agosto de 1857.

Por si las cosas no salen bien a la primera, prudentemente deciden que uno de los barcos lance el cable desde tierra y el otro le acompañe hasta mitad del trayecto y ahí unan los extremos. El que parte tirando el cable desde tierra es el Niagara. Todo parecía ir bien. Era verano y la temperatura atmosférica era cálida, el mar sin mareas preocupantes. Llevan cinco días de travesía. Cinco días con las bobinas desenrollando en un acompasado tran-tran, con la misma cadencia que el lanzamiento de la cadena de un ancla, pero al sexto día el ruido dejó de sonar. La bobina de repente se ha quedado vacía. El cable se ha soltado del cabestrante. Todo se ha ido al traste por un error en la unión del cable al soporte, pero lo peor es la pérdida del momento favorable para iniciar una nueva navegación en verano… un año más de espera hasta el siguiente verano. Una nueva etapa de financiación…

Pero Cyrus Field es el único que mantiene la voluntad y la fe sin quiebra. Considera que han ganado experiencia y han demostrado que el cable era válido, y que la transmisión mediante el cable extendido funcionaba, sólo hay que volver a enrollarlo y esperar a que pase el otoño y el invierno. El 10 de junio de 1858 vuelven a intentarlo.

Vuelven al viejo plan de acudir con los dos barcos a mitad del océano y desde allí unir las puntas y caminar cada uno hacía un lado del Atlántico.

Al tercer día de navegación se desata una tormenta tremenda, algo imprevisto. El Agamenón, aquel gran barco que había dado tan buenos servicios a la corona británica debía resistir un envite meteorológico, pero había sido modificado para contener una carga que en medio del oleaje se movía de un lado a otro. Por si fuera poco, una ola enorme modifica la posición de la carga de carbón y sepulta a parte de la tripulación. Los marineros quieren tirar el cable transmisor por la borda para aguantar mejor los empellones del agua, la lluvia y el viento, pero el capitán se resiste y se impone a la tropa. Al final, tras 10 días de zozobra el Agamenón resiste y alcanza el lugar en el que ha de encontrarse con el Niágara para unir los cables, pero es ahora cuando alcanzan a comprender el desaguisado que la tormenta ha hecho en el hilo conductor. Se ha roto el envoltorio, el cable está lleno de hilos enmarañados. La operación debe abortarse y volver a Inglaterra.

Se debe iniciar el tercer viaje, pero la sociedad gestora se divide entre los que la quieren disolver y salvar el capital que se pueda y los que persisten en el empeño. En este último grupo se encuentra Field y casi sólo él. Pero consigue convencer a la mayoría. El cable se puede reparar en poco tiempo, la tripulación y los barcos aún están preparados, se puede y debe intentar y se intenta. El 17 de julio de 1858 se inicia el tercer viaje. Esta vez sin barquitos alrededor, sin pañuelos desde el puerto. El proyecto es el mismo: unir los extremos en mitad del océano y avanzar unos a Irlanda otros a Terranova. El enlace de los extremos en medio del Atlántico se produce el 28 de julio. Mientras los barcos se van alejando uno de otro se inician las comunicaciones entre ellos a través del cable que se va hundiendo poco a poco en la profundidad del mar. Cada dos horas se envían un mensaje y funciona, y cada dos horas sigue funcionando así hasta su destino final, y funciona. Se había conseguido… o no.

Esta empresa iba a ser un cúmulo de desgracias como ya se ha visto y el final tampoco será fácil. La reina Victoria manda un mensaje, pero en aquel momento se había estropeado la línea que unía Terranova con Nueva York. El mensaje de la Corona no puede llegar hasta el 16 de agosto.

Se realizan los preparativos para un gran festejo que se inicia el 31 de agosto. A Cyrus Field se le recibió en Nueva York con todos los honores, bandas de música, serpentinas de colores, discursos de los políticos, la multitud le aclamaba y la prensa le presenta en portada como el nuevo Colón, el nuevo héroe americano.  Sin embargo, ese día, precisamente ese día, el telégrafo ha dejado de funcionar. Los días anteriores las señales ya llegaban con dificultad, pero ahora no llegaban.

Cuando se entera la multitud, la prensa y los políticos, los mismos que aclamaban a Field le zahieren, le increpan, le llaman estafador. Se levantan todo tipo de calumnias. Se llega a decir que el mensaje de la Reina era falso, falsificado por Field. Pero no fue así, la comunicación fue cierta. El telégrafo de Field había funcionado. Aunque su velocidad de transmisión era muy lenta, se tardaban 17 horas en comunicar un mensaje.

Field se esconde, se calla, desaparece, pero no se olvida de su proyecto. Estados Unidos se envuelve en su guerra civil. Europa sigue trabajando en sus fábricas, mejorando su maquinaria, las dinamos son cada vez más potentes, sus aplicaciones más variadas. El telégrafo sigue creciendo y mejorando, ya se ha unido Europa con África, ya el viejo entusiasmo fruto de la novedad ha pasado, pero América y Europa siguen desconectadas.

Pero ahí, como ave Fénix, resurge Field, ahí aparece con su vieja pretensión y su fe inquebrantable. Ahora, ha conseguido un barco, aun más grande, el famoso Great Eastern, con 22.000 toneladas y 4 chimeneas. Consigue comprarlo y destinarlo a la expedición. El 23 de julio de 1865, el enorme barco cargado con todo el cable- un nuevo cable, mejor forrado y de mayor calidad-, abandona el Támesis e inicia una travesía que no logra su fin- esto nunca fue fácil, querido lector-. Pierde el cable porque se desgarra a dos días de su destino final.

Field lo intenta de nuevo.  El 13 de julio de 1866, cuando el Great Eastern inicia su segunda travesía y Field lanza su quinto intento por unir América y Europa por cable, el destino se pone de su parte. No sólo consigue llegar a América, sino que logra recuperar el cable perdido en la expedición anterior y así, la unión telegráfica de Europa y América, se produce, desde su inicio, no por una línea sino por dos. Ahora, ambas funcionan y a una velocidad mucho mayor que en 1858 (unas 80 veces más rápido). Ahora, sí se alcanza el éxito. Ahora, sí se consigue que el Mundo sea un poco más pequeño y cercano.

La historia de las comunicaciones y la historia de la Humanidad han dado un nuevo e importantísimo giro y todo gracias a la gran fe de un gran hombre, Cyrus W. Field.

BIBLIOGRAFÍA

COGAN, Donard de. “Dr. EOW Whitehouse y el cable transatlántico de 1858. https://atlantic-cable.com/Books/Whitehouse/DDC/index.htm

GLOVER, Bill. “Historia del cable Atlántico y comunicaciones bajo el mar”

SCHWAB, Klaus. “La cuarta revolución industrial: qué significa y cómo responder”. Ed. Debate. 2016.

ZWEIG, Stefan. “Momentos estelares de la humanidad”. Ed Acantilado. 2011.

[1] Klaus Schwab. “la cuarta revolución industrial: qué significa y cómo responder”