INDIANOS, SUS OBRAS Y SUS CASONAS EN EL CANTÁBRICO CENTRAL.

Como cada año en torno al 24 de septiembre un comentario sobre arte. Aunque en el de hoy se mezclen temas sociales con los artísticos.

El término indiano evoca una de las figuras más características de la emigración española. En el caso que nos ocupa aquella recogida en el diccionario de la RAE en su acepción 4ª: “Indiano. 4. Adj. Dicho de una persona: Que vuelve rica de América”.

Aunque nos vamos a referir someramente a la figura del indiano emigrante durante el SXIX, no podemos olvidar que la figura del indiano nace con la propia conquista de América, es decir, muchos siglos antes.

A mitades del siglo XIX, en 1853, se suprimieron las leyes que prohibían la emigración (con anterioridad se requería una autorización especial, aunque emigrantes clandestinos existían y muchos). Su liberalización no fue más que dotar de legalidad a una realidad. En España la revolución industrial, avanzaba muy lenta y sin impulso, los transportes eran una quimera y la desamortización en vez de mejorar la economía, en muchos aspectos y lugares, la empeoró. Las posibilidades nacionales de prosperar no eran muchas y “hacer las américas” se convirtió en el sueño de una vida mejor de un numeroso grupo de españoles.

Las zonas más alfabetizadas de España se encontraban en la cornisa cantábrica desde Galicia al País Vasco, en muchos casos por la propia influencia de las comunicaciones con el exterior, muy ricas y prosperas desde el mar cantábrico. Esa alfabetización convertía a esos ciudadanos en mano de obra cualificada, que no encontraban un trabajo acorde con su preparación, precisamente por esa falta de despegue industrial. Por el contrario, lo que se necesitaba en las zonas industrializadas y mineras del norte era mano de obra barata. Allí acudían muchos inmigrantes del centro y sur de la península, con poca preparación técnica, muchas ganas de trabajar y pocas posibilidades de hacerlo en sus provincias.

La consecuencia fue una especie de presión “hacia el mar” por usar una expresión gráfica que defina los deseos y necesidad de inmigrar, esencialmente, de la población masculina, alfabetizada, entre 20 y 40 años, solteros y de familias campesinas o entornos urbanos menos prósperos que vieron en América un porvenir inexistente en España. Esa condición de alfabetizados fue esencial para prosperar en las provincias de ultramar. Ni en Cuba, ni en Cartagena de Indias, ni en México, ni en Venezuela o en Argentina abundaba de este tipo de población y eran muy bien recibidos en las explotaciones de caña de azúcar y café, sobre todo, en Cuba y Puerto Rico, donde, junto con Venezuela, fueron muchos emigrantes procedentes de las provincias cantábricas y también canarios.

La presencia canaria se debió a que antes de la liberalización de la emigración en todo el país, los canarios tuvieron una serie de peculiaridades que les llevaron a América. Los canarios fueron moneda de cambio entre la Península y América debido a los intereses de la metrópoli de hacer prevalecer a Sevilla, su puerto y su Casa de Contratación, como los principales beneficiarios del comercio entre Europa y América. Para evitar acogerse a los dictados del puerto sevillano, la Real Cédula de 25 de mayo de 1678, sometió a los canarios al conocido entre los historiadores como el “tributo de sangre”. Estipulaba la Real Cédula que se debía enviar a cinco familias de cinco miembros por cada cien toneladas que se exportasen desde las islas. Éste era el precio que había que pagar si no se quería depender de Sevilla para comerciar con América. Esta situación dio lugar a importantes conexiones familiares de los canarios en esos territorios.

Sin el tributo señalado, pero debido a la emigración ilegal, también existían esos lazos familiares entre los emigrantes norteños.

Habitualmente, muchos de ellos se dedicaron a trabajar en las grandes Haciendas, pero otros, menos escrupulosos, lo hicieron en el tráfico de esclavos, desarrollado por los criollos y extendido desde América a África, aun cuando las leyes antiesclavistas españolas lo prohibían.

Inmersos en esta práctica muchos indianos, entre otros y muy destacadamente, Antonio López, Marqués de Comillas, se opusieron enconadamente a la “Ley Moret” de 1870, que concedía la libertad a los hijos de esclavos nacidos en las colonias de Cuba y Puerto Rico: la esclavitud era, desgraciadamente, un negocio muy próspero en las latitudes hispanoamericanas del siglo XIX. El Marqués de Comillas, no fue el único, pero sí un muy destacado hacedor de sí mismo que logró presentarse como prototipo del indiano que ocultando lo oscuro de alguno de sus negocios americanos utilizó su riqueza para fundar diversas empresas en Cataluña (su mujer era catalana), y contribuir a embellecer Barcelona con palacetes neogóticos y modernistas. Pero, sobre todo, a hacer prosperar su tierra cántabra, en especial su Comillas natal, con la construcción del palacio de Sobrellano y la capilla-Panteón y asentar diversos negocios en Santander, ciudad y provincia.

Aunque el Marqués de Comillas sea uno de los indianos más conocidos, fueron muchos los que habiendo hecho fortuna vuelven, trayendo a España parte de su riqueza y con ella  gustos nuevos, una música nueva, alimentos y recetas desconocidas en España, y una arquitectura de palacios señoriales, multicolores, rodeados de palmeras. Fundaron compañías mercantiles en España, crearon escuelas y hospitales, carreteras, puentes, que hoy siguen en pie.

Ese compartir la riqueza también hizo cambiar la visión del Indiano en la Península.

Así, esta figura en sus orígenes, fue tratada por la literatura española, sobre todo, la del siglo de oro, de manera muy despectiva.

Los autores del siglo de Oro español utilizaban la figura del indiano para criticar los nuevos valores que se estaban asentando en la sociedad española y amenazaban los valores tradicionales. Para ellos representaba los vicios, la avaricia, el materialismo, la corrupción, la falta de respeto a las jerarquías establecidas… haciéndole responsable de todos los males que acaecían la caída y decadencia española. Otro factor que contribuyó a aumentar la mala imagen que los intelectuales de la época tenían sobre el indiano, era el hecho de que no solo viajaban en busca de riquezas (lo que consideraban moralmente mal visto), sino que, además, ostentaban de sus riquezas a su vuelta. Esto suponía ser el centro de la envidia de los demás habitantes que no pudieron partir a América, o que lo hicieron, pero sin tanta suerte, exponiéndose a ser asaltados, como ocurrió en 1784 al ser asaltada la casa del indiano Manuel Palacio en Rumoroso, o en 1795 el asalto a la casona de Tudanca[1]

Durante el siglo XIX, la percepción de la figura del indiano cambió debido a su labor filantrópica. Aunque la ostentación de sus riquezas fuera objeto de envidias y desprecio. De este modo, en la literatura ya se empieza a dar entrada al indiano como personaje destacado de la sociedad, como alguien con poder a quién hay que tener en consideración en las esferas sociales de las poblaciones en las que se asienta. Lo vemos así en obras como “La Regenta” de Clarín (1884) o en “Monografía de Asturias” de Félix Aramburu (1899). No será hasta el siglo XX, cuando por su persistencia en las tareas filantrópicas, por la implicación en la creación de factorías y por la contribución a la modernización y enriquecimiento de las zonas a las que volvían, su imagen mejoró tan considerablemente que autores como Ortega y Gasset los ensalzan, y ponen de manifiesto sus virtudes a través de la transformación territorial que generaron. Es el propio Ortega el que, a modo de ejemplo, entre otros, destaca la mejora de Asturias por la labor de estos personajes.

En realidad, en el Siglo XIX, el regreso al solar materno, al pueblo mínimo, que para el indiano siempre ha de tener una grandiosa valoración, va unido al deseo de afincarse definitivamente en él, haciendo o rehaciendo sobre la casa humilde o el solar de sus mayores una más importante construcción. Así surgen, labradas por el esfuerzo del emigrante, las más bellas muestras de nuestra arquitectura típica que tiene un elemento común en todos ellos: el concepto del lujo y la modernidad. La ostentación del que quiere mostrar a las claras su éxito (a veces unido a la compra de algún título nobiliario). Otro de los elementos comunes, es que los indianos adaptaron las formas constructivas coloniales a las de la Península y por tanto ese germen común crece con matices locales. Se manifiestan, siempre desde el lujo que olvide el pasado familiar humilde y a menudo incorporaban en sus jardines palmeras como símbolo y recordatorio de su estancia en tierras tropicales. Pero ese matiz local señalado hace que las casas indianas de Cantabria sean diferentes a las de Asturias, y éstas a las canarias, gallegas, vascas o catalanas.

Centrándonos en la costa cantábrica podemos señalar la importancia artístico-decorativa de las casonas de Cantabria y Asturias.

En la primera, los indianos se asentaron principalmente en Santander, Torrelavega, Comillas, aunque el origen mayoritario de ellos fuera Santillana del Mar. En un primer momento procedentes, en su mayoría de Cuba, aumentando su origen americano con el paso de los años, sobre todo a finales del SXIX. El capital indiano favoreció el desarrollo urbano de Santander, Torrelavega, Laredo, Colindres y Castro Urdiales principalmente, debido a la extensión de las instituciones benéficas y factorías creadas por los emigrantes. “Por ejemplo, en Torrelavega se instaló la fábrica de curtidos de “Capanaga y Compañía” al término del siglo XVIII y posteriormente esta misma empresa abrió una fábrica de harinas en la zona. (…) En Renedo de Piélagos se instaló en el siglo XIX una gran fábrica textil con (…) 150 obreros y maquinaria inglesa, belga y francesa, lo que dio lugar a la mejora de las infraestructuras hasta la zona, como la construcción del puente sobre el Pas de Renedo a Torrelavega, o que la línea de ferrocarril pasara por Renedo. En La cavada se abre la fábrica textil “La Montañesa” con capital indiano llegado de Cuba (…) La modernización de Cantabria también se dio gracias a la inversión de los indianos en la mejora de las infraestructuras, la construcción de carreteras, la traída de aguas… pudiendo confundir en este punto su propio interés con las filantropía, ya que generalmente estos indianos estaban acostumbrados a la electricidad, los automóviles y el agua corriente, por tanto añadieron todas las comodidades que conocía a las casas que levantaron a su vuelta, pero generalmente no se podía hacer de manera individual, por lo que se beneficiaba todo el pueblo del interés de mejora de la calidad de vida del indiano[2]

En Asturias, las poblaciones de Colombres, Bustio, Villanueva, Noriega y, sobre todo Somao, son auténticas obras de arte urbano construidas con capital indiano, procedente del fenómeno de la emigración de muchos jóvenes del concejo a países como Méjico y Cuba. Al igual que en Cantabria destacan las tareas filantrópicas que mejoraron los pueblos asturianos. Como elemento común, siempre mejoraron las iglesias de los pueblos en los que se asentaron, pero realizaron otras contribuciones, por ejemplo, en Luarca crearon escuelas, hospitales y bibliotecas, becaron a estudiantes y dotaron a mujeres pobres.

Ribadesella alcanzó su esplendor como balneario construido por los indianos que permitió ser lugar de veraneo de indianos y nobles (como la marquesa de Arguelles) lo que creó una riqueza inesperada en la zona.

En Somao y Llanes llevaron la electricidad y también en Somao, la escuela. Como curiosidad en Somao y Noreña instalaron salas de cine, siendo las únicas salas de origen indiano en todo el norte.

La arquitectura de estas casonas cantábricas- en ambas provincias- tiene una estructura semejante. Con elementos eclécticos traídos de la arquitectura colonial, incluyendo los planos de las edificaciones que provenían de América o el colorido de sus fachadas. Su estructura se basa en la simplicidad y en la simetría de la triple división de la casa en zona del servicio, la zona de las habitaciones, y la zona de recepción, que pasa a ocupar un lugar muy destacado en la planta baja, además se comienzan a proyectar jardines en torno a las viviendas, lo que las da un mayor toque de distinción. En esta época los estilos que siguen a la hora de construir los edificios son varios, desde la continuidad del barroco, hasta el neoclasicismo, el clasicismo romántico. Así, en las casonas de indianos encontramos elementos colonialistas, como los pórticos, las verandas y las coronaciones, pero también ojivas propias del art déco o miradores y balaustradas de estilo art nouveau. Cualquier referencia a la arquitectura culta europea era bienvenida, con tal de dejar atónitos a los invitados.

La galería acristalada es uno de los elementos más característicos de la vivienda indiana. Asimismo, en el interior de las mismas encontramos desde bibliotecas a salas de billar o de costura. Y muy destacadamente, los baños, todavía un lujo al alcance únicamente de las clases privilegiadas. El indiano fue pionero en apuntarse al progreso del aseo en el hogar.

Muchas de esas edificaciones siguen en pie y continúan dando servicio. Por ejemplo, el edificio de la escuela se Somao, sigue siendo la escuela hoy en día, o el Palacio Ferrara en Avilés se han convertido en hotel, o la casa Guadalupe en Colombres alberga el archivo Indiano. Algunas Iglesias se mantienen en la actualidad como colegios, como la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe de Gijón, ahora colegio de Santo Ángel.

No podemos extendernos en describir con detalle la multitud de edificios que contribuyeron a embellecer los pueblos norteños y a traer a España un estilo arquitectónico especial.

Pero si puedo invitaros a ver algunas de ellas (todas de Asturias). Aunque mejor es ir a visitarlas en directo.

Escuela de Somao

https://www.praviaturismo.es/info-34-somao-escuelas-unitarias/

Palacio Ferrara. Avilés

https://www.pinterest.es/pin/342132902934185238/

Casa Guadalupe (archivo indiano). Colombres

https://www.pinterest.es/pin/408842472396376325/

https://www.youtube.com/watch?v=nZeAng_112M

Palacio de Eladio Muñiz. Avilés

https://blogs.elcomercio.es/episodios-avilesinos/2016/09/25/el-regalo-de-eladio-muniz/

Capilla de nuestra señora de Guadalupe (hoy colegio Santo Ángel). Gijón.

https://www.dendecaguelu.com/2020/07/capilla-de-nuestra-senora-de-guadalupe.html

Cangas de Onís:

https://www.youtube.com/watch?v=GaDnsmA7ofo

Bibliografía

ARAMBURU- ZABALA HIGUERA, M. Á.; SOLDEVILLA ORIA, C. “Arquitectura de los Indianos en Cantabria (Siglos XVI- XX)”. Santander: Librería Estuvio, 2007.

Canal Prestosu/ Secretos de Asturias. https://www.youtube.com/watch?v=nZeAng_112M

Manín Llangreu. Una Historia de Indianos. https://www.youtube.com/watch?v=Ml8MhMyw9gM&list=RDLVMl8MhMyw9gM&index=1

[1] 1ARAMBURU- ZABALA HIGUERA, M. Á.; SOLDEVILLA ORIA, C. Arquitectura de los Indianos en Cantabria (Siglos XVI- XX). Santander: Librería Estuvio, 2007

[2] Op. Cit.

3 comentarios sobre “INDIANOS, SUS OBRAS Y SUS CASONAS EN EL CANTÁBRICO CENTRAL.

  1. Un post estupendo sobre un tema que , aunque estudiado, tiene todavía mucho terreno que investigar
    Invito también a la visita de las casas de Indianos que embellecen los pueblos cántabros

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