Muchos de los discursos de la Historia de la humanidad fueron esenciales para ganar una guerra o para motivar a un auditorio o para pedir explicaciones morales a un dirigente.
Qué sería de la historia de la oratoria, pero, sobre todo, de la Historia de la Humanidad sin la oración fúnebre de Pericles recordando al mundo que la felicidad se basa en la libertad, y la libertad en el coraje; o sin Cicerón advirtiendo a Catalina que la paciencia de Roma se agotaba; o sin los grandes discursos de Churchill, sobre todo, los tres realizados en torno a la “batalla de Francia” y que fueron el símbolo de la resistencia heroica británica frente a Alemania al inicio de La II Guerra Mundial; o el más que famoso, reconocido que uno de los mejores discursos de la humanidad, “ I have a dream” de Martin Luther King, esencial para entender la lucha por los derechos civiles.
Muchas son las líneas expositivas sobre los discursos claves para la Historia, pero me voy a centrar en aquellos discursos esenciales para naciones del orbe occidental realizados por sus Jefes de Estado en la Historia Contemporánea- entendida en el sentido continental, no al modo de las escuelas anglosajonas-. Algunos nos gustarán más; otros, menos; pero no estamos comentando su contenido ni su excelencia oratoria, sino su trascendencia Histórica para bien o para mal. Evidentemente, son todos los que están, pero no están todos los que son.
1.- Thomas Jefferson. 4 de marzo de 1801, primer discurso inaugural.
La trascendencia del mismo se resume en que su contenido expresa la esencia de la democracia liberal. Muestra los ideales de la Ilustración, puestos en práctica tras lo que Palmer llamó las revoluciones atlánticas (EE. UU a un lado del mar; Francia, en la otra orilla)
Ya en 1776, Jefferson había formado parte del comité que elaborarían la declaración de Independencia de EE. UU: John Adams, Benjamín Franklin, Robert R. Livingston y Roger Sherman. La redacción final correspondió a Jefferson.
En 1779 siendo Gobernador de Virginia, centró su acción en abolir los privilegios de la primogenitura, en establecer la libertad religiosa y de culto (no hay que olvidar el origen de las 13 colonias tras la huida de los puritanos de Gran Bretaña por las persecuciones religiosas allí acontecidas) y en lograr la difusión general de la educación. En 1801, fue elegido presidente. En su discurso inaugural señala los grandes principios de su mandato y que marcan el devenir democrático de Estados Unidos:
[El Gobierno adecuado debe] dejar libres a los hombres para que regulen sus propios objetivos industriales y de desarrollo, y no quite a los trabajadores el pan que han ganado…los principios esenciales de nuestro Gobierno…justicia igual y exacta para todos los hombres, de cualquier estado o convicción, religiosa o política; la paz, el comercio y amistad honesta con todas las naciones, sin enredarnos en alianzas con ninguna; el apoyo de los gobiernos de los estados en todos sus derechos…; la preservación del Gobierno General en su vigor constitucional, como la tabla de salvación de nuestra paz en el país y la seguridad en el extranjero; un celoso cuidado del derecho de elección por el pueblo; una corrección suave y segura de los abusos que son podados por la espada de la revolución cuando son desprovistos los recursos pacíficos; aquiescencia absoluta en las decisiones de la mayoría [Previamente había señalado que: aunque la voluntad de la mayoría prevalecerá en todos los casos, para ser legítima esa voluntad debe ser razonable… que la minoría posee igualmente sus derechos, que una equitativa ley debe proteger, y cuya violación será considerada opresión], el principio vital de las repúblicas, de la que no cabe recurso a la fuerza, el principio inmediato, vital y primario del despotismo… la supremacía de la autoridad civil sobre la militar; economía en el gasto público, donde el trabajo no puede ser cargado a la ligera; el pago honesto de nuestras deudas y preservación sagrada de la fe pública; fomento de la agricultura y del comercio como su sierva; la difusión de la información y la comparecencia por todos los abusos al albur de la razón pública; la libertad de religión; la libertad de prensa y la libertad de un individuo bajo la protección del habeas corpus y el juicio por jurados seleccionados con imparcialidad. Estos principios forman la brillante constelación que nos ha precedido y guiado nuestros pasos a través de la era de la revolución y la reforma. La sabiduría de nuestros sabios y la sangre de nuestros héroes ha sido dedicada a su consecución. Deben ser el credo de nuestra fe política, el texto de la instrucción cívica, la piedra de toque por la cual probar los servicios de aquellos en quienes confiamos; y debiendo vigilarles en los momentos de error o de alarma, apresurémosles a volver sobre nuestros pasos y recuperar el camino que solo conduce a la paz, la libertad y la seguridad.”
2.- Lincoln- 14 de noviembre de 1863.
Gettysburg fue una sangrienta batalla que duró tres días, murieron 50.000 hombres y tuvo la trascendencia de ser un punto de inflexión en la guerra civil norteamericana. Materialmente fue una derrota muy dura para el sur, por la pérdida de hombres y de recursos, y por ser una derrota devastadora en el plano moral. Después de Gettysburg las esperanzas de reconocimiento de la Confederación se desvanecieron.
En ese momento, dónde la victoria parecía estar más cerca, el presidente Lincoln realiza en Gettysburg, en el mismo lugar de la batalla, uno de sus más famosos discursos en defensa de los valores históricos, ya proclamados por Jefferson y en contra de la esclavitud. En sólo 300 palabras, Lincoln especificaba todo lo que los padres fundadores habían querido para su nación, para la lucha por la libertad e igualdad de todos. Decía: “Hace 87 años nuestros padres crearon en este continente una Nación. Concebida bajo el signo de la libertad, configurada con la premisa de que todos los hombres nacen iguales… Ahora, estamos librando una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier otra nación dedicada al mismo principio, puede perdurar en el tiempo… El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí se diga, mas no olvidará jamás lo que ellos [los combatientes en Gettysburg] han hecho. Nos corresponde a los que estamos vivos completar su obra inconclusa y que tan noblemente han adelantado aquellos que aquí combatieron. Nos corresponde ocuparnos de la gran tarea que nos espera. Quienes han perecido no lo han hecho en vano…Que esta nación, bajo la guía de Dios, vea renacer la libertad y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la Tierra”.
3.- Lenin 1917
Llega la revolución soviética y Lenin, gran orador, explica desde Moscú, en 1917, y en uno de sus discursos más representativos “¿Qué es el poder soviético?”, aboga por el fin del capitalismo y el alzamiento de la clase obrera que llegará al poder de la mano de los soviets. Dice así:
“Mientras la tierra siga siendo de propiedad privada el Estado gobernará siempre, incluso en la República más democrática y más libre, por medio de una pequeña minoría integrada por capitalistas y ricos a los oprimidos…por primera vez en el mundo el poder del Estado es de los obreros y campesinos trabajadores, excluyendo a los explotadores, construyendo organizaciones de masas, los soviets, a los que transfiere todo el poder. Es por eso que, el poder soviético, cualesquiera que sean las persecuciones a las que sean objeto los partidos comunistas de los distintos países, triunfará en todo el mundo de modo ineludible e inevitable en un futuro próximo. Permite a los oprimidos de ayer, la posibilidad de elevarse y tomar en sus manos toda la gobernación del Estado, toda la administración de la economía, toda la dirección de la producción… por eso es un camino seguro e invencible”. La Revolución de octubre estaba en marcha.
4.- Hitler. Discurso ante el Parlamento el 13 de julio de 1934.
Debemos reconocer que Hitler tenía una habilidad especial para convencer a las masas con su oratoria lo que unido a la crisis que atravesaba Alemania y una serie de carambolas políticas, le llevaron al poder. Sus discursos importantes son numerosos, pero hemos elegido el pronunciado ante el Parlamento el 13 de julio de 1934. El motivo de esta elección es que marca su ascenso al poder omnímodo en Alemania y, con ello, la cuenta atrás para el inicio de la II Guerra Mundial.
La crisis de 1929 dio lugar a que nazis y comunistas alcanzaran buenos resultados en las elecciones alemanas de 1930. Aunque ambos tenían en su programa acabar con la democracia, los partidos moderados de la República de Weimar fueron incapaces de detener su ascenso, especialmente el nazi, y a pesar de ser conscientes de que nada bueno podían traer, pactaron con ellos en la absurda creencia de que podían controlarlos. En las elecciones de julio de 1932, los nazis se convirtieron en el partido con más escaños en el Reichstag. Su forma de entender el poder era el ejercicio de la violencia, es decir, el terror.
Entre sus muchos actos violentos, hay que destacar “la noche de los cuchillos largos” (la del 30 de junio a 1 de julio de 1934). En ella, Hitler, atentó contra los dirigentes de una organización paramilitar nazi (Sturmabteilung) (SA) pues temía que le arrebataran el poder. La mayor parte de los asesinatos los llevaron a cabo las SS (Schutzstaffel) y la Gestapo. Acusado de estos crímenes y de tomarse la justicia por su mano en vez de confiar en la justicia ordinaria, Hitler se dirige al Parlamento (Reichstag), demostrando con sus palabras que todo el poder era suyo, aunque, formalmente, no lo adquirió hasta la muerte del presidente de la república en agosto de 1934. En aquel discurso, estableció quienes serían sus enemigos; los cuales, en su dialéctica, eran los enemigos del pueblo y del Estado alemán:
“…La mayoría de los trabajadores alemanes han superado ya esta postura destinada a hacer felices a esos judíos internacionalistas. El Estado nacionalsocialista hará en su interior, si fuera necesario, una guerra de cientos de años para acabar con los últimos restos de este veneno del pueblo … Por ello, cuando por fin, legitimados por la confianza de nuestro pueblo, tomamos la responsabilidad de la lucha de catorce años, no lo hicimos para dejar sueltos nuestros instintos y llevarlos a un caos, sino únicamente para fundar un nuevo y mejor orden…
Si alguien me acusa de no arreglar las cosas a base de un juicio reglamentario, únicamente les puedo decir que en esos momentos era yo el responsable de la nación alemana y por tanto juez en nombre de ella. Las acciones revolucionarias han sido siempre combatidas con decisión. Solamente un Estado no actuó así en la guerra y este Estado por ello mismo se derrumbó: Alemania…La nación ha de saber que la propia existencia – que debe ser garantizada por el orden y la seguridad interior – no puede ser amenazada por nadie sin que por ello reciba el justo castigo. Y todos han de saber para el futuro que el que levante la mano contra el Estado encontrará en la muerte su castigo.
El propio pueblo sería culpable si no acabara con esos sujetos. Si me culpan en el sentido de que únicamente un juicio celebrado normalmente hubiera podido dar el resultado apetecido de culpabilidad y resolver el problema, protesto airadamente. ¡El que se levante contra la Alemania es traidor a su patria! Y el que se levanta contra su propia patria no ha de ser juzgado por la importancia de su delito sino por el hecho en sí…Estas veinticuatro horas … el destino me volvió a demostrar que tengo inconmoviblemente a mi lado lo que es más valioso para mí: el pueblo y el Reich alemán”.
5.- Charles de Gaulle. 18 de junio de 1940.
En junio de 1940, la línea Maginot, se revela como un juguete en manos de los nazis, que avanzan, en la guerra relámpago sin piedad y casi sin esfuerzo, a la conquista de Francia. Una Francia derrotada, que se muestra abúlica ante un destino que lejos de combatir precipita Pétain al solicitar el armisticio y dar lugar al gobierno colaboracionista de Vichy. La deshorna es total, salvo por una voz que se mantiene firme a través de la BBC, es el general Charles de Gaulle:
“¿Se ha dicho la última palabra? ¿La esperanza debe desaparecer? ¿La derrota es definitiva?” Él mismo responde: ¡“No”!
“Creedme a mí que os hablo con conocimiento de causa y os digo que nada está perdido para Francia. Los mismos medios que nos han vencido pueden traer un día la victoria. ¡Porque Francia no está sola! ¡No está sola! ¡No está sola! Tiene un vasto imperio tras ella… Esta guerra no está limitada al desdichado territorio de nuestro país. Esta guerra no ha quedado decidida por la batalla de Francia. Esta guerra es una guerra mundial. Todas las faltas, todos los retrasos, todos los padecimientos no impiden que existan, en el universo, todos los medios para aplastar un día a nuestros enemigos. Fulminados hoy por la fuerza mecánica, podemos vencer en el futuro por una fuerza mecánica superior: va en ello el destino del mundo. Yo, general De Gaulle, actualmente en Londres, invito a los oficiales y soldados franceses que se encuentren o pasen a encontrase en territorio británico, con sus armas o sin ellas, invito a los ingenieros y a los obreros especialistas de las industrias de armamento que se encuentren o pasen a encontrarse en territorio británico, a poner se en contacto conmigo. Ocurra lo que ocurra la llama de la resistencia francesa no debe apagarse y no se apagará”. Efectivamente, este discurso creó la Francia libre y la Resistencia.
6.- Stalin. Noviembre de 1941.
Tras el colaboracionismo con los nazis (pacto Ribbentrop-Molotov)
( https://algodehistoria.home.blog/2020/11/06/pacto-ribbentrop-molotov/), vino el intento de Hitler de invadir Rusia. Cuando las tropas nazis estaban “a las puertas de Moscú y Stalingrado” y el Ejército Rojo no era capaz de frenar el ímpetu alemán, Stalin decidió hablar a sus militares. No era un gran orador, pero aquí acude a la épica para motivar a los suyos:
“El diablo no es tan terrible como se hace ver”, dijo. “No es difícil ver que los alemanes están frente a un desastre. El hambre y la pobreza reinan en Alemania. En cuatro meses de guerra han perdido cuatro millones y medio de soldados. Alemania está sangrando, su poder se debilita… No hay duda de que Alemania no puede mantener ese esfuerzo durante mucho tiempo. Dentro de varios meses, quizá en año y medio, el peso de sus crímenes caerá sobre ellos (…). El mundo os ve como una fuerza capaz de destruir a las hordas alemanas. El pueblo europeo, esclavizado por los alemanes, os mira como sus salvadores. Una gran misión ha caído sobre ustedes. Sean dignos de esta misión. La guerra que luchan es de liberación (…) ¡Que el gran legado de Lenin vuele sobre sus cabezas! ¡Destrucción total sobre los invasores alemanes!”. Su paso hacia los aliados se había iniciado; el signo de la guerra se modificaba.
7.- Jorge VI. Discurso de la victoria.
Discursos de la Victoria hubo muchos y todos trascendentes. Hemos elegido el de Jorge VI por dos razones: 1) conocemos el discurso de la declaración de guerra por la famosa película, “El discurso del Rey”, pero sabemos que los discursos trascendentes para Gran Bretaña fueron los de Churchill. Sin embargo, Jorge VI llegó a convertirse en una figura esencial para la motivación de los británicos durante la Segunda Guerra Mundial, y en el gran apoyo de Churchill y éste del rey. Ambos lograron una gran sintonía mutua, lo que ayudó enormemente a la labor británica en la guerra. 2) Jorge VI fue el último emperador de la India. La II Guerra Mundial mostró la labor de todo un imperio al servicio de su majestad con el fin de derrotar a tan fieros enemigos. Pero, la victoria trajo consigo la independencia de las antiguas colonias y el fin del Imperio británico tal y como se conocía hasta entonces. Pero en el momento de la victoria la Unidad parecía indefinida:
“Hoy damos gracias a Dios por un gran acontecimiento…os pido que os unáis a mí en este acto de acción de gracias. Alemania, que arrastró a la guerra a Europa entera, ha sido finalmente vencida. En el Lejano Oriente aún tenemos que combatir contra los japoneses que son decididos y crueles adversarios…
… todo estaba en juego: nuestra libertad, nuestra independencia y nuestra propia vida o existencia como nación; pero también sabíamos que, al defendernos, defendíamos la libertad de todo el mundo, que nuestra causa no sólo era la de la nación ni la de su Imperio y comunidad de naciones, sino la del mundo entero, la de todas aquellas tierras donde se ama la libertad y ésta va acompañada por el respeto a la ley.
La Reina y yo nos damos perfecta cuenta de las penalidades que ha sufrido el pueblo inglés en toda la comunidad británica y en su Imperio. Nos sentimos orgullosos de vosotros…“
8.- Kennedy, discurso inaugural 1962.
John Fitzgerald Kennedy fue el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, y el primer católico en alcanzar este puesto, lo cual ya era un hito en sí mismo. Pero además fue el presidente que cambió la imagen electoral al dar importancia a la telegenia y al márquetin. Desde su candidatura, las campañas electorales se modificaron en todo el mundo. Pero Kennedy, había estudiado en Harvard, no todo era impostada telegenia, era un tipo brillante y en su mandato realizó muchos e importantes discursos. Destacamos el realizado el 20 de enero de 1961, día de su investidura. Llevaba meses preparándolo y, sin embargo, su duración sigue siendo la más corta de la Historia de los discursos inaugurales de USA, tan sólo 14 minutos. Nada fue improvisado, en la víspera de la ceremonia se reunió con los directivos de la cadena CBS para preparar hasta el último detalle y, como todo lo bien preparado, dio sensación de naturalidad.
Pero la trascendencia, estaba en que en esos 14 minutos expresa las líneas esenciales de lo que será su mandato. Lo que reforzará posteriormente en otros grandes discursos: Iba a dirigir un gran país, pero un país que podía ser aún mejor. Para ello, se adelanta a algunos problemas como la defensa de los derechos civiles o un programa de la “Nueva Frontera”, que marcaba un desarrollo económico de obras civiles y también militares que acabaron confluyendo en la llegada del hombre a la luna, que él vaticinó en otro gran discurso el 25 de mayo de 1961 en el Senado para solicitar un aumento de fondos para el programa que permitiese llevar al hombre a la luna antes del fin de la década: “Esta nación debe asumir como meta el lograr que un hombre vaya a la Luna y regrese a salvo a la Tierra antes del fin de esta década” .
Pero, el discurso inaugural marcaría esencialmente su política exterior, mucho más certera que la interior; su defensa del Mundo contra el comunismo, si bien expresada con una mano tendida al bloque del este. Apaciguamiento, pero sin temor, con firmeza. Recordando a los padres fundadores señaló los principios de la democracia y su extensión por el mundo, mostrándose como el que ampararía a los países del sur americano en esa consecución liberal:” A los pueblos de chozas y aldeas en la mitad del mundo que luchan por liberarse de las cadenas de la miseria de masas, les prometemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarlos a ayudarse a sí mismos, durante el tiempo que sea necesario. No porque quizás lo hagan los comunistas, no porque queremos sus votos, sino porque es lo correcto. Si una sociedad libre no puede ayudar a los muchos que son pobres, no puede salvar a los pocos que son ricos… A nuestras repúblicas hermanas al sur de nuestras fronteras les ofrecemos una promesa especial: convertir nuestras palabras en hechos en una nueva alianza para el progreso, con el fin de ayudar a las personas y gobiernos libres a romper las cadenas de la pobreza. Pero esta pacífica revolución de la esperanza no puede convertirse en presa de potencias hostiles. Todos nuestros vecinos han de saber que nos uniremos a ellos para luchar contra la agresión o subversión en cualquier lugar de las Américas. Y que cualquier otra potencia sepa que este hemisferio pretende seguir siendo el amo en su propio hogar…
Por último, a esas naciones que se transformarán en nuestros adversarios, no les ofrecemos una promesa, sino una solicitud: que ambos bandos comencemos nuevamente la búsqueda de la paz… No osemos tentarlos con la debilidad, porque solo cuando tengamos la seguridad de que nuestras armas son suficientes podremos estar completamente seguros de que nunca serán usadas.”
Y así actuó en la guerra de los misiles de cuba, uno de los grandes conflictos de su mandato.
Kennedy anunció una nueva era llena de peligros y desafíos, pero también de oportunidades y esperanza si todos se esfuerzan unidos, con un mensaje de exigencia a los ciudadanos cuya expresión se ha convertido en la frase más famosa de aquel discurso: “Así pues, compatriotas: preguntad, no qué puede vuestro país hacer por vosotros; preguntad qué podéis hacer vosotros por vuestro país.”
9.- El último discurso de Salvador Allende.
El presidente chileno derrocado por el golpe de Estado de Pinochet (11 de septiembre de 1973), se dirige a la nación. Es un discurso importante en lo emocional y, sobre todo, denuncia el inicio de las dictaduras militares del cono sur americano que tantos disgustos trajeron a la zona:” Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes”, señalaba el ya expresidente. Anunciaba así su decisión de suicidarse. Fue un acto de acusación hacia el golpista, Pinochet: “el general rastrero”. Dejó una frase para la posteridad. “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
10.- Juan Carlos I. 23 de febrero de 1981.
El intento de golpe de estado de febrero de 1981 a manos del General Armada, Milans de Bosch, Tejero y otros, supuso un punto de inflexión en la historia de España, el discurso del rey Juan Carlos I la madrugada del 24 de febrero de 1981 permitió tranquilizar a los españoles y supuso el fracaso del golpe. En alocución televisiva, declaró que rechazaba cualquier intento de golde de Estado. Tras varias horas de intensas llamadas, reflexiones y tensión, Milans de Bosch retrocedió en sus planes y fue arrestado, mientras que Tejero resistió hasta el mediodía del 24.
“Al dirigirme a todos los españoles, con brevedad y concisión, en las circunstancias extraordinarias que en estos momentos estamos viviendo, pido a todos la mayor serenidad y confianza y les hago saber que he cursado a los Capitanes Generales de las Regiones Militares, Zonas Marítimas y Regiones Aéreas la orden siguiente:
Ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado a las Autoridades Civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente…
La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”.
11.-Ronald Reagan. Discurso en la Puerta de Brandeburgo. Berlín Occidental, Alemania 12 de junio de 1987.
Muchas personas ven en Ronald Reagan al gran restaurador del sueño americano. Esa tierra de libertad y oportunidades que permite a cualquier ciudadano llegar a lo más alto, por méritos propios. Como en tantas personas de su generación la II Guerra Mundial fue determinante en su vida. No pudo alistarse como quería por su miopía, pero le contrataron como actor para las películas de propaganda americana durante el conflicto. Miembro del sindicato de actores empezó a dar discursos políticos. Desde el principio sus palabras siempre tuvieron un contenido antiestatista y conservador. Consumado antifascista, antirracista y anticomunista.
Cuando llega a la presidencia el 4 de noviembre de 1980, tras el gobierno de Carter, el liderazgo mundial americano estaba en crisis: invasión de Afganistán, crisis de los rehenes en Irán, una inflación desbocada, crisis del petróleo… No se amilanó. Revertió esa situación durante su presidencia y, al tiempo, echó un pulso a los comunistas. En este último asunto de la mano de Margaret Thatcher y del Papa Juan Pablo II. Los tres doblegaron a la tiranía comunista. En representación de aquel hecho histórico que cambió la faz del mundo occidental traemos el discurso de Reagan en la puerta de Brandeburgo, varios presidentes americanos se habían dirigido a los alemanes desde la construcción del Muro, el más conocido fue Kennedy el 26 de junio de 1963, entonces con el Muro recién levantado y, ahora, Regan, con el Muro a punto de ser derribado. Kennedy dijo en medio de una multitud:“Ich bin ein Berliner”[yo también soy Berlinés] lo que ha pasado a la Historia de la esperanza de los alemanes de su reunificación. El de Reagan, era no ya una hipotética esperanza, sino la constatación del trabajo realizado. Dijo: “mientras la puerta esté cerrada, mientras se permita esta herida de muro, no es sólo la cuestión alemana que permanece abierta, sino la cuestión de la libertad de toda la humanidad. Pero no he venido aquí a lamentarme. Puesto que encuentro en Berlín un mensaje de esperanza, incluso a la sombra de este muro, un mensaje de triunfo.” Y el triunfo llegó. Continuó el presidente: “En la década de los 50, Kruschev predijo: “os enterraremos”. Pero en Occidente hoy vemos un mundo libre que ha alcanzado un nivel de prosperidad y bienestar sin precedentes en toda la historia humana. En el mundo comunista vemos fracaso, retraso tecnológico, niveles sanitarios en declive, incluso necesidad del tipo más básico: demasiada poca comida. Incluso hoy, la Unión Soviética no puede alimentarse a sí misma. Después de estas cuatro décadas, entonces, una conclusión inevitable se alza ante el mundo entero: la libertad lleva a la prosperidad. La libertad viene a sustituir los antiguos odios entre las naciones por civismo y paz. La libertad es la vencedora… Y puede que ahora los propios soviéticos, a su manera limitada, se den cuenta de la importancia de la libertad. Oímos mucho de Moscú acerca de una nueva política de reforma y apertura… ¿Son estos los comienzos de cambios profundos en el Estado soviético?”. Y Reagan gritó desde Berlín: “Secretario General Gorbachov, si usted busca la paz, si usted busca la prosperidad para la Unión Soviética y Europa Oriental, si usted busca la liberalización: ¡Venga a este muro! ¡Señor Gorbachov, abra esta puerta! ¡Señor Gorbachov, haga caer este muro!”
El muro cayó y éste hecho, junto con la derrota del nacismo, son los dos acontecimientos más destacados e importantes del S XX.
12.- Felipe VI. 3 de octubre de 2017.
En aquel mes de octubre, el gobierno noqueado por la celebración de un pseudo referéndum- completamente ilegal, pero que nunca debió de ocurrir-, las calles incendiadas y una huelga general amenazando Cataluña. El Rey Felipe VI, en un discurso balsámico, certero y lleno de coraje logró parar la campaña de publicidad exterior que había iniciado la Generalidad y la posibilidad de que algún país reconociera aquel acto ilegal y secesionista.
Si hubo algo esencial en aquel discurso fue la manifestación de que el estado español aún sobrevivía; de que la Corona expresaba la unidad de España y la constitución.
“Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno… Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla. … todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común….Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.”
Después dirigiéndose a todos los españoles, especialmente a los ciudadanos de Cataluña preocupados por la deriva antidemocrática de sus dirigentes, les lanzó un mensaje de esperanza:
“…les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.
Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza. Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad” …
Aquella noche, el discurso del Rey provocó un cambio de tendencia y fue el desencadenante de la manifestación del 8 de octubre que convocó a un millón de personas en las calles de Barcelona en contra del golpe de Estado. A partir de ese momento, los separatistas entraron se encontraron desunidos, actuaron con atolondramiento o huyeron como cobardes. Los que se quedaron acabaron en la cárcel condenados por sedición.