El Origen de la Guardia Civil

Al finalizar la Guerra de la Independencia, la debilidad del Estado es total y la inseguridad se apodera de los caminos españoles.

Algunas de nuestras proezas históricas también habían tenido consecuencias negativas: los levantamientos contra los romanos, las tierras de nadie durante la Reconquista, el periodo de decadencia del camino de Santiago ( del siglo XIV al XIX) crearon como mal endémico nacional a los bandoleros y asaltantes de caminos. La guerra de guerrillas propia de la Guerra de Independencia, determinó la existencia de personajes heroicos contra el invasor que, acabado el conflicto se dedicaron al bandolerismo. La misma consecuencia tuvo la oposición a la llegada de los cien mil hijos de San Luis. Aunque, lo que realmente provocó el incremento de los bandoleros en el siglo XIX, fue el empobrecimiento del medio rural a finales del siglo XVIII. Así se empezaron a formar cuadrillas, en gran parte procedentes de los jornaleros agrícolas, pero también artesanos, antiguos soldados… Todos ellos unidos en la búsqueda de sustento. Esta situación se vio agravada cuando a partir de 1836, la desamortización de Mendizábal, expropió las tierras de manos muertas del clero y las subastó entre los pequeños propietarios, provocando un fraccionamiento de la propiedad rural.

En todos estos casos la población plantea una mayor demanda de seguridad.  Hasta 1844, la seguridad interior estaba en manos de cuerpos armados de carácter local y muy escasa eficacia: fusileros de Aragón, mozos de escuadra y rondas volantes en Cataluña, migueletes y miñones en Valencia y las Vascongadas, escopeteros en Andalucía,  milicias honradas en Galicia, guardabosques y otras partidas en Castilla…

Aunque el bandolerismo se suele identificar en el imaginario común con Andalucía,  esto no se compadece con la verdad, como señala el profesor Martínez Ruiz:

“El bandolerismo no fue un fenómeno específico del sur de España. Con excepción del País Vasco, el fenómeno afectó a todo el territorio nacional, aunque con sus peculiaridades regionales. Galicia, sin ir más lejos, sufrió un bandolerismo muy violento, con asaltos por doquier. A diferencia de los andaluces, sin embargo, volvían a casa después de dar el golpe y allí preparaban el siguiente. Es una tradición que derivaría años después en contrabando y, finalmente, en narcotráfico”.[1]

La búsqueda de soluciones a este problema, tampoco se ciñe al siglo XIX, así, por ejemplo, Fernando el Católico lideró una serie de incursiones contra los bandoleros de Aragón en 1515,  en años anteriores se organizó la Santa Hermandad de Toledo, con el fin de atrapar a los indeseables en tierras manchegas, o José Bonaparte, en 1811, intentó mejorar la seguridad creando la Gendarmería Nacional.

Pero en el siglo XIX, la gravedad de la situación hace que se busquen soluciones de todo tipo. El encargo al Ejército de las tareas policiales no era una buena opción dada la politización de las milicias y su propensión al golpe de Estado.

En 1920, con el alzamiento de Riego, Pedro Agustín Girón y de las casas, Primer duque de Ahumada, militar profesional, es nombrado Ministro de la Guerra. En aquel momento concibe la creación de la Legión de Salvaguardias Nacionales. Los conflictos nacionales obligaron al Primer duque de Ahumada y a su familia a exiliarse.

Como la situación delincuencial no se solventaba, en 1829, Fernando VII crea el real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras. En 1842, se reorganizó como el Cuerpo de Carabineros del Reino, al que se hacía depender del Ministerio de Hacienda. En 1843, el presidente del Gobierno Luis González Bravo determinó que la persecución de los delincuentes debía depender de una fuerza policial a cargo del Ministerio de la Gobernación, alejando su dependencia del Ministerio de Defensa y del ejército.

En 1844, se redactó un decreto cuyo artículo 10 aprobaba la creación de “una fuerza especial destinada a proteger eficazmente a las personas y las propiedades, cuyo amparo es el principal objeto del ramo de protección y seguridad» dependiente del Ministerio de Gobernación. Al ser unos guardias armados al servicio del poder civil, la Reina Isabel II los denominó guardias civiles. La reina Isabel II firmó el Real Decreto de creación el 28 de marzo de 1844.

La organización de este cuerpo le fue encargada al mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta, Segundo duque de Ahumada. Tomo como referencia la organización e instrucción de la gendarmería francesa, adaptándolo a las condiciones geográficas y sociales de España. Este nuevo Cuerpo poseía una organización interna de carácter militar, con unos medios y entrenamiento que nada tenían que envidiar al Ejército. El 20 de diciembre de 1845, de la propia mano del Duque de Ahumada, se aprueba un documento que constituye el auténtico código moral de la Institución: la»Cartilla del Guardia Civil» que sintetiza los reglamentos anteriores y que, con alguna modificación, compone el actual Reglamento para el Servicio de la Guardia Civil. A lo largo de su articulado, la “Cartilla” establece “la doctrina del Cuerpo; un código deontológico que pretende dotar al personal de un alto concepto moral, del sentido de la honradez y de la seriedad en el servicio y que está presidido por su artículo más famoso donde se lee: “el honor es la principal divisa del guardia civil; debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido, no se recobra jamás”.[2]

La Guardia Civil fue la depositaría de la seguridad en los caminos, el medio rural y el ferrocarril.

Según los artículos 4, 6 y 7 del decreto de creación, la guardia civil se compondría de un total de 20 escuadrones de caballería y 89 compañías de infantería: el total de la fuerza sumaría 15.369 hombres.

La organización y disciplina del nuevo Cuerpo se acreditó bien pronto. La seguridad de los caminos quedó garantizada. Los conductores de diligencias no tuvieron que pagar ya la “protección” de los famosos bandoleros; ni los viajeros necesitaban asegurarse con sus propias escoltas. Se acabó también con las sospechosas connivencias entre venteros y bandidos para desvalijar a los caminantes.

Poco a poco los tercios de la Guardia Civil van relevando a las antiguas partidas de seguridad. Los puestos y cuarteles de la Guardia Civil se instalan pronto en todos los pueblos y ciudades importantes, conviviendo con la vecindad.

En este sentido, la Guardia Civil representa sin duda uno de los pasos más importantes de España para avanzar desde el Antiguo Régimen a un país moderno. Inició el proceso de unificación del control de las diferentes fuerzas policiales del país para lograr estabilidad, al mismo tiempo que dotaba al gobierno civil de una herramienta para su defensa y la imposición de las decisiones que tomaba.

El mérito principal del duque de Ahumada, procedente de los moderados, y de su continuador, el progresista, Facundo Infante, fue haber sabido hacer de la Guardia Civil una institución nacional para resolver un problema nacional. Ni moderado, ni progresista, de todos y para el bienestar de todos. Por eso también arraigó, porque nada arraiga si no anida en la sociedad entera. Si la Guardia Civil se hubiera limitado a ser la expresión de un particularismo nunca hubiera triunfado. Por ese foco nacional, por esa institucionalización universalmente aceptada (salvo por los delincuentes, claro), por su continuidad de institucionalización históricamente aceptada:  por la revolución de 1868, por la Primera República, por la Restauración y el resto del siglo XX con sus múltiples avatares, alcanzó el éxito. Curiosamente, Franco consideraba a la Guardia civil responsable del fracaso de la insurrección en Madrid, Barcelona y Valencia, lo que le hizo barajar la posibilidad de disolver al cuerpo armado. Al final, en 1940 refuerza a la Guardia Civil con la incorporación a sus filas del Cuerpo de Carabineros y la adscripción de gran número de jefes y oficiales del Ejército especialmente en los Tercios de Costas y Fronteras cuyo objeto era la defensa frente al exterior.  En 1959, se crea la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, En los años sesenta, el Servicio de Montaña, las actividades subacuáticas y la agrupación de helicópteros. En 1974, nace el Servicio de Desactivación de Explosivos, génesis de los modernos TEDAX y GEDEX. En 1988, se instaura el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA). En 1991, surge el Servicio Marítimo de la Guardia Civil encargado de los delitos cometidos en el mar territorial, luchar contra el contrabando, pesca furtiva, protección del patrimonio histórico sumergido, control de la inmigración irregular, etc.

En el año 1988, por Real Decreto Ley, se regula la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas, abriendo el camino para el ingreso de las mujeres en la Benemérita. Si bien, desde 1948, las mujeres ya prestaban algunos servicios a través de la figura de la matrona, que realizaban los registros sobre personas del mismo sexo en los controles aduaneros. Su reclutamiento se realizaba entre viudas y huérfanas del Cuerpo, se regían por su propio reglamento y no podían portar armas, aunque llevaban uniforme y no estaban sujetas a disciplina militar, ni eran funcionarias.

Con la aprobación de la Constitución de 1978, la Guardia Civil se adscribe a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado conservando su naturaleza militar, pero dejando de formar parte de las Fuerzas Armadas.

Con la Ley Orgánica 2/1986, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de 13 de marzo, se define a la Guardia Civil como instituto armado de naturaleza militar, dependiente del Ministerio del Interior en lo referente a retribuciones, destinos, acuartelamientos, material y servicios, y del Ministerio de Defensa en el régimen de ascensos, situaciones del personal y naturaleza de las misiones de carácter militar.[3]

La Guardia Civil , se acreditó por su labor de servicio, por su doble función de defensa del orden,  y de ayuda social (calamidades públicas, epidemias, tráfico…) siempre dentro de la mayor lealtad al Estado.

La historia de la Guardia Civil es un reflejo de la Historia de España y, como en nuestra Historia, hay luces y sombras, pero las luces son mucho más luminosas que las sombras. Su tarea de honradez, sacrificio , sentido del deber y lealtad es encomiable, y con ella han alcanzado el cariño de la mayoría de la población.

BIBLIOGRAFÍA

Martínez Ruiz, E. “El bandolerismo español” .ED Libros la Catarata. 2020.

 

Martínez Ruiz, E. “Creación de la Guardia Civil”. Editora Nacional. 1977.

 

PALACIO ATARD. Vicente. “La España del Siglo XIX”. Espasa-Calpe. 1981.

 

Web de la Guardia Civil. https://www.guardiacivil.es/es/institucional/Conocenos/historiaguacivil/index.html

 

 

[1] El bandolerismo español. Martínez Ruiz, E.

[2] Página Web de la Guardia Civil.

[3] Web Guardía Civil

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