¿Y SI RUSIA GOBERNARA EN USA?

El título que a algunos puede parecerles ciencia ficción, no lo es. Es más, a punto estuvo de suceder.

Ya vimos hace algún tiempo, como los comunistas se infiltraron en las élites universitarias británicas, dando lugar a la mejor red de espías en favor de la URSS que se haya conocido.

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Sin embargo, Stalin no se paró en barras y decidió que el comunismo debía reinar también en USA. En USA, antes del “Macartismo” ( 1947 a 1957. Los diez años de McCarthy como senador. Época de persecución contra los comunistas absolutamente desproporcionada, especialmente de famosos artistas o escritores de Hollywood), los comunistas se habían posicionado en las altas esferas del gobierno demócrata de Roosevelt. La figura más peligrosa, pese a no ser un claro militante comunista, era Henry Wallace; desde 1940 vicepresidente de los Estados Unidos.

Wallace estudió biología y se convirtió en especialista en genética de las plantas. En 1932 fue nombrado secretario de Agricultura (equivalente a nuestros ministros). Su labor como ministro fue desastrosa para la economía americana. Era un experto en agricultura, pero no en política agraria. Con él los precios se dispararon en una época en la que aún estaba reciente la crisis del 29 y donde el hambre se cebaba con la población. A pesar de ello, se convirtió en el líder del sector más radical del Partido Demócrata y, con esos antecedentes, en 1940, fue nombrado vicepresidente.

Wallace presentó su apoyo incondicional a la Internacional comunista. El contraespionaje americano no logró identificarlo como militante comunista, pero sí creían que recibía órdenes de Stalin. Sus maniobras en favor de los comunistas chinos coadyuvaron a la llegada al poder de Mao Tse Tung en 1949. Conocía perfectamente a otros infiltrados y los dejo hacer, sin informar al presidente Roosevelt, evidentemente.

En aquellos años, se inició el proyecto Verona, que fue un programa de contrainteligencia americano que funcionó desde el 1 de febrero de 1943 hasta el 1 de octubre de 1980. Fue un proyecto exitoso cuyo objetivo era descifrar los mensajes transmitidos por las agencias de inteligencia de la Unión Soviética.

Durante los treinta y siete años que duró el proyecto Verona, el Servicio de Inteligencia de Señales descifró y tradujo aproximadamente 3.000 mensajes. Como resultado del proyecto se descubrió la red de espionaje de los cinco de Cambridge, como ya vimos,  y el espionaje soviético del Proyecto Manhattan en Estados Unidos, (el Proyecto Manhattan permitió la creación de las armas nucleares. Aquel proyecto, en el que trabajaban USA, Canadá y Gran Bretaña, reunió a un grupo de científicos liderados por el físico nuclear Robert Oppenheimer). El proyecto Verona permaneció en secreto durante más de 15 años después de su conclusión. Algunos de los mensajes soviéticos descifrados no fueron desclasificados y publicados por Estados Unidos hasta 1995.

Cuando se desvelaron aquellos mensajes, se pudo comprobar la gran penetración de la URSS en el Gobierno americano.

En torno a 1941, tras el enfrentamiento soviético contra los nazis, ser comunista no estaba restringido en USA, ni demasiado mal visto. Podían actuar con cierta libertad. Los principales espías se colocaron en los Departamentos de Defensa y de Estado. Así, el comunista Bill Donovan se convirtió en asistente principal del director de la CIA. Alger Hiss, probablemente el más famoso de los comunistas, fue uno de los más altos funcionarios durante la guerra, estuvo como consejero de Roosvelt en Yalta. Cuando terminó la guerra trabajó para la ONU en San Francisco. Sufrió un juicio por perjuro que tuvo enorme seguimiento. Fue una especie de rememoración de lo ocurrido con Al Capone, puesto que no pudieron enjuiciarlo por traición porque el delito había prescrito.

Otro destacado comunista fue Harry Dexter White que llegó a ser subsecretario del tesoro- pasó las planchas auténticas del dólar durante la guerra a la URSS-. Sus ideas de ruralizar Alemania y dividirla en trozos hubiese sido desastroso, pero no se llegó a aplicar su plan al ser desenmascarada su condición de espía. No llegó a juicio porque se suicidó.

Por último, cabe hablar de tres personajes: L. Duggan; L. Currie y Harry Hopkins. Duggan fue junto con Hiss y White, miembro de la NKVD (precursor del KGB) soviético. Fue el jefe de la oficina para Sudamérica del Departamento de Guerra. Currie fue el principal asistente administrativo de Roosevelt. Informaba regularmente de absolutamente todo lo que veía o leía al NKVD. Acusado de espionaje después de la Guerra, huyó a Colombia donde vivió el resto de su vida en paz. Hopkins está considerado el espía más importante que tuvo Stalin en USA. Su actitud fue siempre pro comunista, vendió gran cantidad de uranio a Rusia, lo que estaba prohibido, señaló al ministro de exteriores soviético Molotov – que entonces tenía muy mala prensa en la casa Blanca- qué debía decir a Roosevelt para conseguir el apoyo norteamericano al plan soviético de invasión aliada de Europa.

Pero casi peor que los espías fueron los miembros de la administración americana que, o no se enteraron de nada, o no fueron capaces de transmitir los peligros de aquella penetración soviética en su administración. Un hombre tan brillante y buen gestor como Adolf Berle, que desde 1938 y hasta 1944 fue secretario de Estado Adjunto para América latina, conocedor y poseedor de pruebas irrefutables de que Hiss era espía fue incapaz de presentar el caso a Roosevelt de manera convincente para que el presidente le creyera. Roosevelt también ignoró la evidencia presentada por algunos otros colaboradores sobre las maniobras de otros espías.

Así las cosas, no es extraño que Stalin pensara que Roosevelt era fácilmente manipulable.

Tampoco el presidente americano ni Churchill llegaron a ver el alcance, en los momentos de las conferencias de paz, de los planes de invasión de Europa del Este, o de las infiltraciones comunistas en sus respectivos países, ideadas por Stalin. De hecho, mientras se desarrolló la Conferencia de Teherán, Roosevelt se alojó en la embajada soviética en la capital iraní, por no ofender a Stalin, aún a sabiendas de que sus habitaciones estaban llenas de micrófonos.

La conferencia de Teherán reunió a Roosevelt, Churchill y Stalin entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre de 1944. Fue allí donde se tomaron las decisiones más importantes sobre Europa del Este y no en la posterior conferencia de Yalta. A aquella reunión llegó Roosevelt con una salud delicada que empeoró a raíz de la presión de aquellas conversaciones. Sólo sus asesores y médicos sabían lo mal que estaba el presidente norteamericano; aunque debido a su vanidad, presunción y a su capacidad para disimular, logró engañar a los presentes en aquellas negociaciones sobre su auténtico estado de salud.

Roosevelt regresó a USA, en un incómodo avión militar, nada equiparable a los viajes presidenciales actuales, con lo que se dijo, era un catarro por el frío pasado en Irán y se le recomendó reposo. Pasó unos días en Georgia, pero la bronquitis no remitía. Su afán por aparentar salud se debía entre otras razones a su intención de presentarse a un nuevo mandato- el cuarto-. Ya en 1939 el doctor que lo atendía le advirtió que no debería presentarse a una tercera reelección porque no aguantaría los 4 años de legislatura y que, de hacerlo, debía escoger a un buen vicepresidente, es decir, a su posible sustituto. Pero en vez de eso eligió a Wallace pese al carácter radical y a sus evidentes conexiones comunistas.

De cara a las elecciones de 1944, de nuevo debía elegir ticket electoral. Wallace tenía una considerable oposición entre los pesos pesados del Partido Demócrata, pero era entre la población un hombre muy popular. Sobre todo, tenía gran influencia en el movimiento sindical a través de su amistad con el sindicalista Hillman, que era socio del jefe del Partido Comunista Americano.

Stalin estaba encantado con Wallace, se dice incluso que parte de la mala salud del presidente Roosevelt en Irán se debió a que fue envenenado por los rusos con la finalidad de que Wallace fuera nombrado presidente y así convertir a USA en un estado comunista -lo del envenenamiento no está demostrado-.

Si Wallace hubiera sido presidente hubiera elegido vicepresidente a Duggan y como secretario del tesoro a Harry Dexter White. Su jefe de gabinete hubiera sido, el que fue durante su vicepresidencia- Hopkins-. Todos ellos eran colaboradores de la casa Blanca por nombramiento, o influencia en el nombramiento, del propio Wallace. Todos estaban controlados por Stalin, al que, desde el inicio de sus días en la Casa Blanca, ya pasaban información, como quedó confirmado por los informes de Verona. Así sin guerra, sin muertos, Stalin hubiera gobernado el mundo.

Pero los planes rusos se torcieron de la noche a la mañana por el capricho o por la vanidad- característica que sobresalía en su personalidad, lo mismo que cierta doblez- de Roosevelt.

En la convención demócrata, Roosevelt dejó entrever a Wallace que sería elegido de nuevo en el ticket electoral, sin embargo, en una conversación con el presidente del Partido Demócrata Robert Hannegan, Roosevelt eligió a Truman.

¿Por qué? Wallace era más popular, pero evidentemente no el mejor, ni mucho menos. Si Roosevelt hubiera querido elegir al mejor, el candidato hubiera sido James Byrnes por entonces jefe de la Oficina de Movilización de la Guerra. Hombre brillante que fue congresista, senador por Carolina del Sur, juez de la Corte Suprema, director de varios departamentos ejecutivos,  secretario de estado con Truman y Gobernador de Carolina del Sur. Truman por el contrario era más gris, menos conocido, mucho menos brillante. Su nombre empezó a tener cierta relevancia porque, como Senador por Misuri, dirigió una investigación sobre el fraude y el despilfarro en el ejército estadounidense, conocida como el Comité Truman. Sus conclusiones ahorraron entre 10.000 y 15.000 millones de dólares en gastos militares.

Roosevelt no quería elegir un vicepresidente que le sustituyera sino uno que no le hiciera sombra durante su mandato. No pensaba que se fuera a morir. Pensaba en gobernar otros cuatro años. Sin embargo, reelegido en las elecciones de noviembre de 1944, falleció en abril de 1945, y Truman fue su sucesor.

Harry S. Truman resultó ser mejor presidente de lo que era esperable. No ha pasado a la Historia como uno de los mejores, pero se le recuerda por algunos hechos notables.

Truman promulgó las leyes que iniciaron la defensa de los derechos civiles, a la vez que protegió muchos de los logros del New Deal. Pero, sobre todo, se enfrentó a los soviéticos desde el principio. Se conoce como doctrina Truman a la política exterior estadounidense que buscaba contener la expansión del comunismo a nivel mundial al comienzo de la Guerra Fría. Se basaba en ofrecer asistencia económica y militar a países para evitar que cayeran en la órbita soviética.

La Doctrina Truman impulsó el Plan Marshall, la creación de la OTAN y le dio forma a la política exterior de EE. UU. durante más de 40 años desde la Segunda guerra mundial.

Truman, ya presidente,  representó a los EEUU en la Conferencia de Potsdam. Sus relaciones con la URSS comunista se hicieron cada vez más tensas. Stalin quería expandir la influencia soviética en Europa Oriental. Stalin estaba muy mal enseñado, en las conferencias anteriores, la posición de Roosevelt, asesorado por algunos de los comunistas de su gobierno, habían permitido a Stalin conseguir la mayor parte de sus reivindicaciones. Pero quería más. Churchill, durante el tiempo que permaneció en la conferencia- se tuvo que ir al perder las elecciones-, temía que el traslado de las tropas estadounidenses al Pacífico facilitara la expansión soviética en Europa, y por ello se había mostrado cada vez más duro con Stalin. Por su parte, Truman, era un anticomunista de línea dura y no quería que Europa Oriental se convirtiera en una esfera de influencia soviética. Ambos mostraron su preocupación por los gobiernos procomunistas, gobiernos títeres, de Bulgaria, Rumanía y Polonia. Asimismo, ambos, Churchill y, sobre todo, Truman, ante la pregunta de Stalin ¿qué hacemos con España? Temerosos de que se instalara un gobierno comunista en nuestro país, optaron por eliminar a nuestro País de más acuerdos e invasiones.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el temor al comunismo en Estados Unidos aumentó y siguió intensificándose durante el mandato de Truman. No fue sin razón, los informes de Verona, delataban la presencia de espías en el gobierno y Truman sí hizo caso a esos informes.  Solicitó comprobar los antecedentes de quienes trabajaban en el gobierno ( Programa de Lealtad de los Empleados Federales, introducido en marzo de 1947). Esto provocó miles de dimisiones y despidos. De esta época fueron las investigaciones y juicios de los funcionarios comunistas de la casa Blanca, cuya suerte comentamos al principio.

De aquella limpieza de espías se pasó a la exageración del Macartismo en los años 50.  Pero esa ya es otra historia.

Porque lo destacado de esta entrada es que gracias a aquella decisión de Roosevelt en 1944 de establecer su ticket electoral con Truman se evitó un gobierno comunista en USA… y en España.

BIBLIOGRAFÍA

ALISOP, JOSEPH. “Franklin Delano Roosevelt”. T&B, Editores. 2015

BEEVOR, A. “ La segunda guerra Mundial”. Ed pasado/presente. S.L. 2014

FERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario: “Historia de los Estados Unidos: de la República burguesa al Poder presidencial”. Ed Marcial Pons. 1997.

TRINIDAD, Diego. “ El día que Stalin perdió la casa Blanca”.  Rev. La ilustración Liberal. 2010

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